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Gabriel Martínez Navarrete

Rasgos importantes del líder 2>

Supera al competidor, sin eliminarlo.

Persuade con hechos, más que con palabras. Es congruente y constante en su misión.

Es sociable. Se relaciona bien con los demás.

Tiene muy claro que sin el prójimo no puede hacer nada; observa con interés lo que atañe al otro.

Mantiene un aprecio genuino por la gente.

Evalúa los puntos de vista de los demás, y procura verlos tan claramente como si le fueran propios, y actúa en consecuencia.

Piensa y hace pensar en lo que puede desear y sentir el prójimo. Personalmente, aprecia las cualidades propias y ajenas, y conoce los puntos débiles tanto propios como de los demás.

Promueve valores humanos y espirituales: libertad, responsabilidad, fidelidad, unidad, justicia, trato con Dios, etc.

Entiende y promueve la realidad en que se halla.

Distingue entre hechos y opiniones.

Posee sentido de dirección, sabe conducir a su gente.

Tiene el valor de actuar. y lo hace con finalidades concretas y con tacto.

Confía en sí mismo y posee una autoimagen adecuada y realista de él.

No lucha por ser “alguien”, sino que –mediante el trabajo—se esfuerza por ser él mismo- y aprende de las cualidades de los que son mejores que él.

Sobresale y está orientado al servicio de los demás.

Sabe pedir consejo y lo hace con la persona adecuada.

Precisa unirse a otros –aunque no comparta con ellos sus convicciones-. Se percata que cada persona es útil, única e irrepetible, y acepta las diferencias.

En su trabajo en equipo, se esfuerza por alcanzar el fin previsto, apoyándose y mejorando las cualidades personales y las del grupo.

Es alegre y mantiene un constante y sano sentido del humor, sin importar las dificultades por las que atraviese.

Vivamos la alegría en el trato 2>

“El mundo de las cosas en que vivimos pierde su equilibrio cuando, desaparece su cohesión con el mundo del amor” (Tagore). “Media humanidad se levanta todos los días dispuesta a engañar a la otra media” (refrán popular). “El hombre es un lobo para el hombre” (Hobbes). “No te fíes ni de tu padre” (frase popular).

Estas posiciones negativas ante la vida, nos llevan directamente al pesimismo y a una terrible incomodidad.

El mundo no es tan malo como lo pintan. El mundo es bueno y lo hacemos malo los hombres con nuestras tonterías. Necesitamos un hogar luminoso y alegre: donde se mira con gozo a los ojos: donde se trabaja con júbilo, se ríe y se confía.

Para conseguir este sano nivel de alegría se necesita mucho valor, renuncias, sacrificios y olvido de sí, por cada uno de los miembros que integran la sociedad.

El don de la sencillez es lo cotidiano, donde cada uno cumple su cometido y se ocupa de los demás. La caridad bien entendida comienza por uno mismo, pasando inadvertido, y comprendiendo al prójimo.

La única manera de vivir la alegría consiste en estar uno gozoso y participar esa alegría a los demás. Esta alegría sino la tenemos, todos necesitamos adquirirla y   que dar y enseñar a vivir. La alegría es el lubricante que hace más llevaderos los roces en el trato.

Cada uno es único e irrepetible y tiene sus peculiaridades.

Hemos de vivir la alegría en el trato. No se trata de adoptar posturas dulzonas, sino de decir las cosas como son, objetivamente, y en el tono correspondiente, según las circunstancias. Por ejemplo, un “por favor”, que bien cae. Es un error avasallar a los demás con nuestro carácter egocéntrico.

Vivir la objetividad: las cosas son como son, y vienen una detrás de otra.

Vivir el equilibrio en las relaciones con los demás, ser cordiales, humanos, felices… Si queremos estar alegres y dar alegría: no nos creamos ni los más listos, ni los depositarios de la razón, ni los imprescindibles. De lo contrario adoptaremos la ley del más fuerte que trata de poner la bota en el cuello de los demás.

Respetar el punto de vista ajeno: saber escuchar. Todos nos necesitamos los unos a los otros, por ende, es buena virtud saber escuchar (se aprende más escuchando, que hablando).

Sólo los dogmas no son opinables. Las demás cosas son verdades parciales que hay que aprender. Hablando se entiende la gente. Se puede convivir con gusto en medio de una pluralidad de opiniones o criterios.

Para llegar a esta convivencia alegre, antes hay que respetar la libertad de las conciencias. Actuar pensando que la gente es buena, hasta que no demuestren lo contrario.

El piensa mal y acertarás es pesimista y conduce al recelo y a la desconfianza. Sonreír, cuando esta sonrisa es sincera, es acertado y lubrica el trato mutuo.

Vivir la alegría, resolviendo: las dificultades del camino 2>

Desechemos las ideas que nos parecen imposibles. Llegará el momento en que –cuando se nos presenten- lucharemos contra ellas, para convertirlas en viables. Tampoco fabriquemos montañas inaccesibles en nuestra imaginación cuando queramos conseguir algo valioso. Esas montañas -casi siempre- son granitos de arena, que superaremos con constancia, con más o menos dificultad, si nuestra visión de la vida es objetiva, positiva y alegre.

No nos compliquemos pensando en miserias futuras, cuando lo que pretendemos son cosas buenas.

La experiencia demuestra que muchos males o problemas sin solución: nunca ocurrieron: y toda la energía y tiempo empleada para prepararnos para tal confrontación, resultaron inútiles. La desesperanza –entre otras cosas- se puede exteriorizar en una desgana por el trabajo o en mal humor, que hemos de quitarnos para trabajar alegremente.

Consideremos el sentido positivo de que nada de lo que hacemos se pierde.  No nos compliquemos la vida pensando en miserias pasadas negativas, considerando que la experiencia futura así será: Jamás aceptar la retórica de los “ojalás”.

Quien se preocupa demasiado por el pasado cae en la mentalidad enfermiza de examinar la cadena de los pasados fracasos como algo indeseable, siendo que de ella adquirimos experiencia para hacer las cosas bien en el presente, el cual debe ser alegre. El futuro hay que construirlo trabajando con prudencia.

Hemos de atenernos a la realidad más material e inmediata, teniendo siempre presente la panorámica del futuro a largo plazo. Por ello, Lo verdaderamente importante es el cumplimiento de nuestro deber de cada instante.

Este presente es el que tenemos que dominar. Pensando, y hacerlo realidad, con nuestra voluntad y lucha, en un ambiente de alegría genuina y auténtica.

Es preciso luchar y olvidarse de sí mismo para conseguir vivir la alegría y para alcanzarla:, vivir primero la esperanza: no seamos aguafiestas, intentemos ser positivos.

Todos buscamos a Dios, no podemos cansarnos en la búsqueda.  La vida no es un camino insoportable, que conduce solo a la muerte sin sentido. La muerte es solo un cambio de casa. No es raro que se caiga en la tristeza, cuando se pierde la alegría de vivir.

La única forma de ser positivo y alegre es rectificando nuestra intención, en todos nuestros actos. El camino: buscar siempre a Dios en las tareas cotidianas.

Si somos humildes: los fracasos nos ayudan a trabajar mejor 2>

Vea en los fracasos experiencias de aprendizaje. Con el fracaso percibimos lo que no debemos hacer y descubrimos un camino que nos acerca o nos conduce al éxito deseado. Considere los fracasos como la retroalimentación negativa, que se requiere para corregir el rumbo y tomar un camino acertado.

Los fracasos son una gran oportunidad de crecer en afán de superación y hacer crecer las virtudes y las actitudes positivas. Descubra en los fracasos la oportunidad de aumentar su buen humor, pero llegue a la causa del fracaso para corregirse.

Vea en los fracasos la coyuntura necesaria, para practicar sus técnicas y mejorar su trabajo. Aprecie el trabajo como, algo divertido, en una labor que debe conquistar. El fracaso es parte de la vida misma, que consiste en un comenzar y recomenzar, pero no para lamentarse y/o permanecer caído: sino para levantarse y remontar uno más arriba que las águilas.

No se trata de desear el fracaso, sino de aprender a manejarlo en beneficio de todos. Cuando ocurre el fracaso, necesitamos iniciar el proceso con la recopilación de personas, hechos y consecuencias asociados.

“Te asustas ante las dificultades, y te retraes. ¿Sabes qué resumen puede tratarse de tu comportamiento?: ¡comodidad, comodidad y comodidad!

Habías dicho que estabas dispuesto a gastarte, y a gastarte sin limitaciones, y te me quedas en aprendiz de héroe. ¡Reacciona con madurez!”. (san Josemaría Escrivá de Balaguer, Surco,  n. 521).

Aprendamos de nuestros fracasos para estar mejor que antes, y conseguir con alegría los objetivos que nos proponemos.

Vivir la vida con sentido común 2>

El éxito es una habilidad que se necesita desarrollar constantemente y que debe estar acompañado por las virtudes humanas y sobrenaturales, para hacer continuamente el bien. con unidad de propósito.

Empieza cuando queremos. Querer es hacer las cosas con una voluntariedad firme y una buena inteligencia, que no acepta nunca una negativa, y que siempre está aprendiendo a hacer las cosas mejor.

Implica estudiar y luchar cada día para alcanzar la meta. Subir cada día un escalón y no bajar ninguno. Siempre aceptar nuestros errores.  Corregirnos y actuar como si ya hubiéramos logrado nuestras metas y seguir así hacia adelante.

En buena parte es una cuestión psicológica. Por ello, implica esforzarse   en hacer crecer las virtudes, especialmente   la fortaleza y la prudencia, hasta terminar con perfección el trabajo, que requiere de un modo u otro ayudar a los demás.

Descuidar las debilidades sería fatal, pues “el hilo se rompe por el punto más delgado.”  Hay que esforzarse para convertir las debilidades en fortalezas, es decir, en hacer el bien sin desanimarse.

Hacer las cosas por servir. Ni esclavo de personalismos ni de egocentrismo, sino generosidad.  El éxito trae la tranquilidad dela cumbre, que sirve para descansar y reponer fuerzas, y seguir adelante y hacia arriba con objetivos bien claros de lo que se desea alcanzar.

Aprender a trasmitir mis conocimientos y mi experiencia al que no sabe, y podré avanzar más.  Es decir, aprender a hacer de nuestra vida un éxito, hasta que la vida termine, trasmitiendo con alegría nuestra experiencia. Afrontar cada trabajo e identificar lo esencial del mismo, realizándolo en un 100%, aspirando a la perfección del mismo (sin ser perfeccionista). Lo cual implica cuidar las cosas pequeñas y no perderse en las insignificancias o detalles no importantes.

El mundo exterior me indica el nivel que puedo alcanzar, Pero interiormente puede uno crecer siempre en las virtudes, que son las fuerzas del alma.

La habilidad para pensar de este modo, me llevará a identificar y eliminar la barrera interna y negativa, que a veces existe en uno y que frena el trabajo. Al corregir la barrera interna, desaparece la barrera externa: el” Yo no puedo”, “es que”, “pensé que” “creí que” …

El éxito no tiene fin. Lo que hasta ahora se haya logrado es ganancia, pero es ineludible terminar bien el trabajo concreto, y empezar otro -aplicando la experiencia adquirida- como si fuese poco más que un punto de partida: no como una culminación.

El éxito en la vida consiste en seguir siempre adelante, con objetivos que –mejoran nuestras virtudes y desarrollan nuestras habilidades-  y que dan un sentido positivo a todo lo que hacemos. Y que ayudan a los demás.

El éxito en la vida nos impulsa a seguir siempre adelante, pero recociendo los errores y eliminándolos con los aciertos. Recuerde que el éxito es la realización máxima de su habilidad, pero especialmente incluye el mejoramiento de las virtudes “Compórtate como si el éxito fuera inevitable” (Anónimo), aunque en buena parte depende de uno.

Hemos de tener éxito en la vida, pero siempre acompañado de la felicidad.  Lo que implica hacer continuamente el bien, por amor a los demás, y rectificar la intención haciendo las cosas principalmente por amor a Dios.

Resumiendo, se trata de hacer de la vida un éxito en todos los aspectos, y para lograrlo, estar siempre animados.