Reconocer lo doloroso es importante, aunque no es lo mismo que ignorar su padecimiento, eso es adecuado, pero se ha de combatir para que no paralice el actuar en el futuro. La pandemia actual supera cualquier acontecimiento anterior, por eso ahora es preciso afrontar la tristeza, pero tratar de salir de ella lo más pronto posible.
La resiliencia, como el amor, es difícil de definir. Sin embargo, todos -desde los presidentes y jefes de gobierno, los organismos gubernamentales, los consejos de administración y directores de las empresas y los grupos comunitarios, entre otros-,hablan de cómo construirla o mantenerla.
A lo largo de la historia el mundo se ha visto amenazado por diversas enfermedades y epidemias que han dejado miles de muertos. Entre ellas están la epidemia de viruela japonesa, la viruela, el cólera, la fiebre amarilla, la gripe de Hong Kong y la gripe española, que surgió en 1918 y cobró la vida de más de 50 millones de personas.
Las enfermedades infecciosas han sido parte de la vida del ser humano. Durante la historia ha existido una batalla continua por el control y erradicación de agentes microbiológicos; por otro lado, la supervivencia de la mayoría de las bacterias y virus depende de su capacidad de infectar al Homo sapiens.
Hace poco más de un siglo, tan solo el 14% de la población mundial vivía en las grandes ciudades y no eran muchas aquellas en las que habitaban más de un millón de personas. Las cifras han cambiado radicalmente; para el 2008, el 50% de la población mundial vivía en una megalópolis y en el 2016 ya existían 512 ciudades con más de un millón de habitantes, 50 se encuentran por encima de los 10 millones y una ciudad roza ya los 40 millones de habitantes.