El mensaje es que la felicidad no consiste en poseerlo todo, satisfacerlo todo, excluir el dolor o los desprecios, conseguir de inmediato todo lo deseado, o tener vigor para sacar con éxito todo lo planeado. Ni tampoco vivir en las ciudades más modernas o con los equipos más potentes.
Además, conviene distinguir los contenidos y el modo atractivo de presentarlos. Una persona superficial se deja atrapar por las presentaciones divertidas, bonitas, ingeniosas y entonces admiten lo que exponen sin advertir si es falso o nocivo.
Así, a mediados del siglo pasado, se empezó a generar un cambio en la valoración de la vida humana a la vez que se iba incrementando la de los demás seres de la naturaleza: los animales, las plantas, la tierra, etcétera, como si fueran incompatibles la humanidad y las otras formas de existencia natural, vivas o inertes.
Reconocer lo doloroso es importante, aunque no es lo mismo que ignorar su padecimiento, eso es adecuado, pero se ha de combatir para que no paralice el actuar en el futuro. La pandemia actual supera cualquier acontecimiento anterior, por eso ahora es preciso afrontar la tristeza, pero tratar de salir de ella lo más pronto posible.
El modo de afrontar el futuro, predicho en el párrafo anterior, tiene muy variadas manifestaciones, como ricas son las facetas de la vida humana. Uno de esos modos se vivió el primer día de este mes, al celebrar el “Día Mundial de las Madres y los Padres”, como un reconocimiento –en el Noveno Congreso Mundial de las Familias- a quienes desinteresadamente dan al mundo lo mejor de sí mismos dándoles lo mejor a sus hijos.