Hay dos niveles de educación, la que capacita para desempeñar un oficio o una profesión, y la que incide en algo más profundo de cada persona. El primer aspecto se ofrece en las instituciones especializadas, el segundo aspecto corresponde directamente a la familia porque allí nos conocen a fondo y saben qué tendencias tenemos y nos enseñan a corregirlas para ser mejor personas.
La pobreza cuando es una actitud interior ante los bienes que se pueden tener es una virtud siempre que se busquen esos bienes de un modo adecuado. Y adecuado es tener lo necesario, sin dejarse llevar por el deseo desmedido de poseer más.
La democracia no es resultado de buenos de deseos, es necesario mantenerse atentos permanentemente a los sucesos y darles la orientación adecuada.
Es digna la alabanza del vigor de las personas cuando luchan por denunciar alguna injusticia, con el fin de terminar con ella. Sin embargo, conviene darse cuenta que quienes se unen por esa intención, tienen otros intereses que muchas veces difieren de los de los demás y entonces se corre el riesgo de querer uniformar a todos.
En las novelas románticas, en las películas que narran el amor entre dos personas o en los sueños por alcanzar la felicidad estable, para siempre, para siempre, el final feliz es contraer matrimonio en una ceremonia de sueño, donde los contrayentes se conviertan en el príncipe y la princesa de los cuentos.