Así, a mediados del siglo pasado, se empezó a generar un cambio en la valoración de la vida humana a la vez que se iba incrementando la de los demás seres de la naturaleza: los animales, las plantas, la tierra, etcétera, como si fueran incompatibles la humanidad y las otras formas de existencia natural, vivas o inertes.
Debido a estos cambios, han surgido cosas maravillosas en la familia, más unión, convivencia, se han resaltado valores a los que tal vez antes no se le daba importancia.
Actuar con rectitud de intención es parte indispensable de la ética del liderazgo familiar; llevar el liderazgo con rectitud de intención favorece la participación, la colaboración y la responsabilidad familiar, ya que todo lo que se pide, tanto en los motivos como los fines se encuentra el bien personal y familiar.
Durante muchos años, se creyó fervientemente que la persona encontraba el impulso de la motivación en la remuneración económica, el premio, el aplauso; sin embargo, esta forma de estimulación provocó en muchas generaciones, la sensación de ser un objeto de utilidad.
El líder, por lo tanto, debe ser parte importante de la motivación en la adquisición de valores, a través de su ejemplo, ya que el ser humano es un ser inacabado, que mueve y se mueve fuertemente hacia él, crecimiento, desarrollo y transcendencia.