CANALIZA TUS MIEDOS A TRAVÉS DE LA VIRTUD DEL ORDEN
Ciertamente lograr el hábito del ORDEN para convertirlo en una VIRTUD (hábitos operativos buenos) no es sencillo. Implica el sacrificio físico y mental, para saber poner cada cosa en el lugar que le corresponde, tanto en lo tangible, como en los temas dentro de nuestra mente, orden en las prioridades y, finalmente, en la toma de decisiones. Al tener cierto orden en nuestra mente para la toma de decisiones, involucramos nuestros sentimientos y emociones. De ahí la importancia de formar la inteligencia emocional, la razón y la voluntad, para poder ejecutar acciones realmente ordenadas de acuerdo con el bien propio y el bien común.
En este tema, tenemos que considerar un factor que influye determinantemente en el crecimiento y ejercicio de las virtudes, y que en el ORDEN no es excepción que pueda interponerse. Este factor es el MIEDO. No obstante, hay que recordar que existen dos tipos de miedo: MIEDO NEGATIVO, aquél que paraliza y que impide que el sentido de sobrevivencia se active con FORTALEZA para reaccionar y buscar nuevos caminos para avanzar y crecer. El otro tipo, es el MIEDO POSITIVO, el cual nos impulsa de inmediato a reaccionar con dinamismo para la búsqueda de nuevas soluciones.
Si hablamos de ORDEN, influido por el factor MIEDO NEGATIVO, este se convierte en DESORDEN O ACUMULAMIENTO, pues, al paralizar a la persona, se evidenciará en desidia, pereza, apatía. Si lo vemos en lo físico, esto se puede reflejar en un armario y vestidor desordenados, cama sin hacer, objetos rotos o descompuestos guardados por mucho tiempo con la intención de “algún día los restauraré”, cuarto tirado y sucio, acumulamiento y desorden debajo de muebles… En el fondo, ese acumulamiento y desorden, sumados con el miedo negativo, emocionalmente puede ser manifestación de miedo al cambio, a ser olvidado, a olvidar, a la carencia, a compartir. Y las terribles consecuencias: falta de enfoque, de estabilidad interior, certidumbre en las metas; falta de sentido de vida, de identidad, de objetivos… un CAOS INTERIOR.
Adicionalmente, dentro del ACUMULAMIENTO se atenúan en dos formas si lo dejamos crecer: el ACUMULAMIENTO ANTIGUO (papeles viejos, objetos rotos sin componer, objetos viejos arrinconados en polvo; revistas, cajas, ropa que ya no se utiliza) y que este, emocionalmente, puede ser reflejo de: el vivir en el pasado, sin miras al futuro; viejas ideas sin querer innovar o progresar de acuerdo a nuestros principios; rencores, sin ninguna intención de perdonar o de pedir perdón…
El ACUMULAMIENTO NUEVO (demasiadas cosas a la vez, en la cocina, en el escritorio de trabajo, en el garaje, en el estudio, en el auto…), y que esto, emocionalmente, desgasta sobremanera, pues los planes son confusos, no se logra un enfoque, no se delega correctamente y se genera una sobresaturación de ideas…
Con todo lo anterior expuesto, es crucial que, en la formación familiar, busquemos que los niños aprendan, desde bebés, a practicar el ORDEN. Psicopedagógicamente hablando, una de las virtudes que a más temprana edad se debe formar es el ORDEN. Esto a través del juego, la práctica lúdica de la clasificación, los colores, los tamaños, etc. Y poco a poco irlos formando, con el ejemplo, a que vayan ordenando su cuarto por ellos mismos, hacer su cama por ellos mismos (aunque no les salga perfecto o a la manera que exactamente nos gustaría). Los niños que desde pequeños practican el ORDEN, son niños que, con el tiempo, tendrán un mejor enfoque, con sentido, con metas y objetivos ordenados, y mejores resultados académicos.
Nosotros, como adultos, al formar tenemos que dar testimonio positivo. Y para eso tenemos que formarnos y buscar nuestro crecimiento y ejercicio en virtudes, considerando el ORDEN como elemento determinante para nuestras emociones, pasiones, sentimientos, planes, prioridades y toma de decisiones.
“Que tu porte exterior sea reflejo de la paz y el orden de tu espíritu” (1)…
Tenemos grandes oportunidades de alimentar la virtud del orden no con un tratado ni con un doctorado que pensemos que algún día haremos… NO…
No desperdiciemos las cosas pequeñas del día a día para ordenarnos. Empecemos por lo pequeño para llegar a lo grande.
Demos sentido a nuestra vida, hagamos un plan de vida, con una agenda con realismo y proyección. Analicemos nuestro propio caso, con hechos, quiénes nos rodean, busquemos soluciones para así lograr un plan acorde a nuestro crecimiento interior y el crecimiento interior de los demás; un plan de acción con objetivos y metas…
“La perseverancia en las cosas pequeñas, por AMOR, es HEROÍSMO” (2), por amor a Dios, a uno mismo, a la familia, a nuestros proyectos, a nuestro alrededor.
Ordena tu entrada, que permite recibir con más apertura y tranquilidad a tus invitados; ordena tu armario, para tomar el control de tus emociones; ordena tu escritorio o área de trabajo, para quitarte los miedos a la frustración o extra control de las situaciones; ordena debajo de los muebles, para quitar tus miedos a que se fijen en apariencias; no acumules, innova, permite sacar tu creatividad; ordena tu mesa, para tener un lugar con amplitud y placentero, abierto a platicar a la hora de comer juntos.
Pero hay algo que es importante aclarar: evita el otro lado de la moneda, sin obsesión ni terquedad enfermiza de orden y limpieza, pues esto también es reflejo de falta de control emocional.
Busquemos el equilibrio, ese balance en introspección con Dios porque solo con Él, y su guía, podremos lograr el verdadero orden de la vida interior, y el impulso a valorar los detalles más pequeños para darnos la oportunidad de avanzar, planear, crecer e innovar por el bien propio encaminado hacia el bien común.
(1) SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ DE BALAGUER: CAMINO, Cap. 1, Carácter. Punto 3
(2) SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ DE BALAGUER: CAMINO, Cap. 39, Cosas pequeñas. Punto 813
Otras fuentes: https://parralminutoaminuto.com/2018/?p=1771