Anunciación.- La Encuesta Nacional

de Salud y Nutrición, publicada en 2012, señaló que  a obesidad mórbida la padece el tres por ciento de la población, lo que representa una gran carga para los hospitales y servicios de salud, así como una enorme fuente de problemas para el mercado laboral y para la sociedad en su conjunto,  informó Juan Pablo Méndez Blanco, académico de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Entre la población mexicana se ven con mayor frecuencia casos de obesidad mórbida o grado 3, el mayor en la clasificación que de esta enfermedad estableció la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS fijó los tres grados de la obesidad de acuerdo con el índice de masa corporal (IMC) de los individuos, que se obtiene al dividir el peso de la persona entre el cuadrado de la talla o estatura. Se considera normal si el resultado es de 20 a 25; sobrepeso de 25 a 29.9; obesidad grado 1, de 30 a 34.9; obesidad grado 2, de 35 a 39.9, y obesidad grado 3 o mórbida, de 40 en adelante.

Estudios han comprobado que de 40 a 60 por ciento de los casos son secundarios a alteraciones genéticas, aunque éstas no hayan sido identificadas con precisión. Por otro lado, ello no indica que alguien tenga un gen que lo hace tener un metabolismo diferente y ser obeso. Sí hay alteraciones del metabolismo predeterminadas genéticamente que condicionan la obesidad, pero son pocas.

Lo que sucede es que el obeso no puede parar de comer, lo hace en exceso, y un gran componente de este comportamiento está determinado también genéticamente, explicó.
Así pues, mientras las personas delgadas se restringen y no ingieren alimento hasta saciar por completo su apetito, los obesos lo hacen sin parar hasta sentirse muchas veces más que satisfechos, y eso es lo que deriva en su condición.

“Lo ideal es tener un balance entre ingesta de calorías y utilización de éstas”. Los casos han aumentado, debido a que ya es raro que en los hogares se preparen alimentos de calidad, variados, con bajo contenido energético, y que los miembros de una familia coman juntos. Ya no se preparan como antes porque no hay tiempo; además, en incontables ocasiones los padres comen en su sitio de trabajo y los niños lo hacen en la escuela, o más tarde. Esto es parte de lo que necesitaríamos revertir para controlar el peso de la gente. Tanto los gobiernos del mundo, como la sociedad civil, los comerciantes y la industria alimenticia deben sumar esfuerzos”.

Lo que debemos hacer es reeducar a nuestra población para que adquiera buenos hábitos de alimentación, finalizó Méndez Blanco.

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