Amar la vida
Por: Socorro Eugenia Quijano Villanueva
Una sonrisa para cada ser vivo
Amar sin miedo el mundo que nos rodea, la naturaleza, los animales y a las personas, principalmente. Es lo que está haciendo falta en el mundo, donde el valor de la vida misma se resquebraja y, por un celular o un fajo de dinero, la perdemos. Más dolorosamente, vemos como se aniquila la vida en el seno materno. Por esto, que importante son las manifestaciones de verdadero amor a la naturaleza, al mundo que hemos recibido hermoso, aunque en estos días los incendios forestales tornen brumoso el aire y altamente contaminante.
La vida misma, todo lo que vive debe de ser respetado, sobre todo el hombre. Cuestionémonos, ¿por qué el “corazón” se nos va a las cosas inertes que dan un placer pasajero y contaminamos los mares, las calles, las relaciones interpersonales sufren por los apegamientos materialistas y consumistas?
Hoy, más que nunca, necesitamos educar en amor a la vida y algo que quizás puedo dejarte en estas líneas es el valor de apreciar a los otros y demostrarlo con una sonrisa, no solo sonreír, sino regalar una sonrisa a cada uno, a cada persona, a cada ser vivo que se cruza a nuestro paso. Y sonreír nos enriquece, no nos desgasta, porque empuja lo más profundo de nosotros mismos a crecer. Crecer en amor, en amar y eso provoca la felicidad tan buscada por caminos de violencia por muchos.
No te invito a ser ingenuo sino a ser realista, no a ser iluso sino a tener la ilusión de que hay más bueno que malo en cada ser viviente y ese aspecto positivo merece celebrarse con una sonrisa. Hay personas que siempre, siempre, sonríen porque están educadas en el amor y saben descubrir lo bueno en una envoltura engañosa.
La inseguridad entre iguales
Qué doloroso es darnos cuenta de la inseguridad social que vivimos, estamos en actitud de alerta como si estuviéramos en una selva en una tierra desconocida cuando ya tocamos la luna, marte y el universo se ha vuelto pequeño por la facilidad de las comunicaciones instantáneas. Pero el hombre se ha convertido en una amenaza para sus iguales, porque el corazón de muchos se ha corrompido y en vez de amar, odia, es indiferente, mata, asesina a los de su misma especie.
Muy frecuentemente detrás de un golpeador hay un niño golpeado, se dice, y quizás también violado y maltratado de muchas formas, por ello es que a nivel global necesitamos todos ser educados en el amor y en el aprecio por el otro, por la vida, por todo lo creado sin dejar que nuestro corazón se ocupe en otra cosa que no sea en amar. La felicidad está detrás de esa puerta. Cfr. Documento para la fraternidad humana. www.almudi.org
La lectura de los globos informativos, de la prensa y los memes de las redes sociales nos están “histerizando” a todos. Tal parece que todos estamos contra todos y no es verdad. Hay más gente honesta y trabajadora que delincuentes y estos lo son por algo. En mis años de estudios de la licenciatura en Derecho, algún buen maestro nos decía: las sociedades tienen los delincuentes que se merecen. Afirmación con la que no estoy totalmente de acuerdo porque nadie se merece ser violento, ser delincuente y menos sufrir a causa de la violencia. Y aquí aparece la debilidad humana, la inclinación al mal que todos traemos desde el nacimiento y contra la cual hemos de presentar batalla constante. Por eso, la sonrisa nos cambia porque nos exige vencimiento al natural egoísmo de la comodidad de olvidarme del otro, de atropellarlo con mi indiferencia aparente o real.
Javier Echevarría Rodríguez en su libro Getsemaní (En oración con Jesucristo) -con su acostumbrada precisión- apunta algo que llamó mi atención en su lectura “No nos queda más remedio -y la situación actual del mundo y de la cultura lo testifican- que volver a admitir la realidad del pecado y reconocer qué tremendas son sus secuelas. Destruyó la felicidad en la que se desenvolvía el hombre en el Paraíso. En la historia de la humanidad, el pecado deterioró lo más noble de la naturaleza de la criatura; debilitó la agudeza de la mente, la rectitud de la voluntad, el equilibrio psíquico, la estabilidad de ánimo, el ejercicio de la solidaridad; perturbó hasta la salud corporal.”
De aquí, mi propuesta permanente de una visión del mundo que incorpore a Dios Creador en nuestras vidas, que es también un Dios Padre, que nos ama y que ¡está vivo!