Actitudes frente a la muerte
Por: Ana Teresa López de Llergo
La muerte nos da una perspectiva muy especial de los sucesos y del modo de afrontarlos. Los vemos con una profundidad especial porque los dimensionamos de modo muy concreto. Nos ubicamos en un tiempo que sabemos cuándo empezó, pero no cuándo terminará, por eso, revisamos las cuestiones con más empeño, con más honestidad y con un especial sentido de urgencia.
La muerte es una realidad que aceptamos teóricamente, pero como no sabemos cuándo y dónde nos acontecerá, prácticamente en el día a día la olvidamos. En tiempos especiales, como es el mes de noviembre, tenemos la oportunidad de encararla con serenidad, con grandeza, aunque nos imponga e inclusive nos sobrecoja.
Existe un temor que nos lleva a sobreponernos, es lógico porque es un hecho que se dará una sola vez y es totalmente desconocido, y a la vez, la vida continúa. Ante esto nuestra inteligencia tiene la capacidad de aceptar el hecho de tan gran evento y la necesidad de continuar asumiendo las responsabilidades propias de una persona viva y vinculada a otras personas a quienes no debe fallar.
El pensar en la propia muerte también nos debe llevar a pensar en la muerte de los demás. Entonces la madurez ha de manifestarse en el empeño por hacer felices a quienes nos rodean porque no siempre los tendremos a nuestro lado. Y con quienes podamos tener distanciamientos o incluso francas desavenencias, revisar cómo resolverlas, especialmente si nosotros las provocamos.
Culturalmente, la festividad de los fieles difuntos nos ofrece la oportunidad de rectificar y mejorar las relaciones humanas. Es bueno aprovechar la lección que los muertos nos dan, y que la muerte nos da. Es una demanda de profundidad, una exigencia de fortaleza de alma, un esfuerzo por ser valientes y más nobles.
Y, si en vida nos faltó ayudar a los demás, podemos reparar y rezar por las almas del purgatorio, especialmente por las que estén más abandonadas y por quienes nadie reza. Tengamos la seguridad de que ellas a su vez nos obtendrán muchos favores pues su perspectiva es mucho más amplia, más profunda y más poderosa.