Identifiquemos   nuestras actitudes, concretando en lo que nos sucede en la vida.  Porque nosotros somos quienes mejor nos conocemos. Al identificarlas estamos en condiciones de   mejorar una actitud positiva o eliminar una negativa que nos daña.

 

El afán de logro lleva a desarrollar la virtud de la magnanimidad.

 

La siguiente relación, analiza las actitudes desde muchos puntos de vista y eso nos ayudará a mejorar.

 

• Actitud que nos lleva a la anarquía. Si no planifico, planifico el fracaso. Evitar el “ahí se va”.

 

• Actitud causa – efecto. Cada efecto requiere de una causa adecuada y específica. Mis pensamientos son la causa y mis acciones los efectos. Como me comporte eso cosecharé.

 

• Actitud de afirmación. Lo que yo creo con fuerza, lucharé para conquistarlo. Si me demuestran que estoy equivocado, cambiaré y me uniré a la verdad. Si tengo constancia, lo conseguiré.

 

• Actitud de confianza en uno. Lo que espere, eso obtendré.

 

• Actitud de constancia. Si mis pensamientos son positivos: atraeré personas y circunstancias positivas, en armonía con mis pensamientos. Si soy inconstante, si no pienso, si me dejo llevar, veré el mundo negro y me sucederán (porque yo las provoco) cosas indeseables.

 

• Actitud de unidad. Mi mundo exterior será uno con mi mundo interior, porque solo damos lo que tenemos.

 

• Actitud de concentración. Hasta el más inteligente necesita concentrarse en sus objetivos. Por eso, aquello en lo que repetidamente pensemos, lo iremos convirtiendo en realidad.

 

• Actitud de sustitución. Yo puedo sustituir pensamientos nocivos o inútiles por pensamientos benéficos y útiles. O al revés, depende de lo que yo elija.

 

• Actitud constructiva y positiva. Rechazo las lamentaciones, el desánimo, la desconfianza, la cobardía, la pereza: porque antes he escogido el optimismo, el ánimo, la confianza, la audacia  y la diligencia.