Alimentos: de la escasez, a la abundancia y el desperdicio
Por: Jesús Arizmendi Valdez
Cada año sobran aproximadamente 800 mil toneladas de pan. Si se juntaran esas piezas se podrían construir siete estadios de futbol. Irónicamente, en México, de acuerdo con un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo para las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), hay 53.3 millones de pobres, 11.5 millones en pobreza extrema, lo que significa una mala nutrición.
La pérdida y el desperdicio de alimentos hacen referencia a su merma en las etapas sucesivas de la cadena de suministro de alimentos destinados al consumo humano. Los alimentos se pierden o desperdician en toda la cadena de suministro, desde la producción inicial hasta el consumo final de los hogares. Esto puede deberse a problemas en la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructura o a los mecanismos de mercado, o de los precios.
Esto representa un exceso en una época en la que casi mil millones de personas pasan hambre, y representa una pérdida de mano de obra, agua, energía, tierra y otros insumos utilizados en la producción de esos alimentos. Es paradójico que la abundancia lleve al desperdicio, y de ahí a la escasez y a la desnutrición.
El territorio mexiquense no queda exento de esta situación: según datos del INEGI de 2010, el 5.8 por ciento de los casi 16 millones de habitantes se encuentran en situación de pobreza extrema. En cinco años la cifra pudo haber aumentado, y es donde surge el valor de un banco de alimentos.
Un banco de alimentos es una Institución de Asistencia Privada, parecida a asilos de ancianos, orfanatorios, ayuda a la salud, etcétera. En el país existe una red única de Bancos de Alimentos. Y la del Estado de México es el segunda más grande a nivel mundial. Esta institución sin fines de lucro, conocida como Banco de Alimentos Cáritas del Estado de México, IAP rescata mensualmente 500 toneladas de productos, cuyo destino final es combatir el hambre y la desnutrición. Esta institución fue creada el 13 de agosto de 1997 ante la Junta de Asistencia Privada del Estado de México, organismo sectorizado a la Secretaría de Desarrollo Social de la administración estatal.
Cada producto es acopiado, seleccionado y revisado para supervisar sus condiciones y comprobar que pueda ser consumido y, finalmente, es entregado a familias que habitan en comunidades vulnerables, o bien, a instituciones de asistencia social que lo necesiten para trabajar con el mismo objetivo.
La iniciativa de crear un Banco de Alimentos fue de Don Eduardo Monroy, dueño de una empresa de sopas, harina y galletas, quien comenzó la labor altruista como complemento de sus actividades al lado de otros reconocidos empresarios mexiquenses. A veinte años de su creación, el objetivo se ha mantenido: subsanar el hambre en la entidad, obtener, administrar y otorgar paquetes alimentarios a personas y familias en situación de pobreza o pobreza extrema, lejos de fines proselitistas, políticos o religiosos.
Además, así como el Banco de Alimentos ha crecido en infraestructura, el esfuerzo de los empresarios también se ha organizado para el mejor cumplimiento de los objetivos. La institución tiene un patronado formado por 11 empresarios mexiquenses, quienes mes a mes supervisan los resultados.
Actualmente se entregan cerca de 450 mil toneladas de alimentos a 144 mil 264 personas, lo que se traduce en 30 mil familias, habitantes de 464 comunidades en 51 municipios. Esta cobertura se logra en conjunto con 22 instituciones y asociaciones de la entidad, de forma mensual, y permite auxiliar a 56 mil 516 niños, 27 mil 251 jóvenes, 53 mil 341 adultos y 7 mil 156 ancianos.
Algunas de las comunidades atendidas son San José del Rincón, San Felipe del Progreso, Zinacantepec, Almoloya de Juárez, Temoaya, Villa Victoria, Tejupilco, Ixtapan de la Sal, Coatepec Harinas, Calimaya, Jiquipilco, Metepec, Toluca, Lerma y San Mateo Atenco.
Un banco de alimentos no significa sólo repartir comida, representa un esfuerzo conjunto entre empresas e iniciativa privada para solucionar una mejor distribución de alimentos ara que llegue a quienes en verdad lo necesitan, no es sólo dar de comer, sino nutrir la esperanza.