
Con justicia y amor apoyan a comunidades indígenas y vulnerables
La Fundación Justicia y Amor IAP, creada en 1950, busca brindar el apoyo necesario a jóvenes, comunidades indígenas y grupos vulnerables que se encuentran en situaciones de pobreza y lograr que ellos influyan de manera positiva a las personas que lo rodea, para así crear comunidades donde haya empatía, resiliencia y amor.
Este proyecto fue creado gracias a la iniciativa de Adela Maqueo de Oliveros que, junto a otras mujeres, ayudaban a mejorar las condiciones de familias que vivían de una manera deplorable en las colonias Tacubaya, Nápoles y Escandón.
Tiempo después, decidió que quería que hubiera un espacio permanente donde estas personas pudieran acudir y seguir ayudándoles; fue así que se creó la Asociación Protectora del Pobre de la Colonia Nápoles.
Esto fue solo el inicio de lo que se avecinaba, pues, con la ayuda de diversas mujeres, en 1983 se constituyó con el nombre de Fundación Justicia Amor y Paz, el cual ha logrado un aporte y ayuda grandísima a las familias, jóvenes y a los más necesitados.
Cuentan con tres programas esenciales para cumplir su objetivo, que son:
Salud: con este programa se ha logrado la accesibilidad gratuita a medicamentos del cuadro básico de salud; un mejoramiento en las condiciones de higiene y salubridad en las personas.
Educación: ayudan al desarrollo integral de los jóvenes y que puedan hacer uso de las tecnologías de una manera fácil e inteligente. Asimismo, se incrementan los conocimientos y las habilidades sociales y la gestión; todo esto para que puedan adaptarse en contextos sociales, laborales y educativos. Se imparten diversos talleres, entre ellos, matemáticas, fomento a la lectura, computación, etcétera.
Reconexión: logra que los valores se difundan y las personas puedan sentirse integradas y esperanzadas. Alcanzando que en ellos se almacene el amor, el respeto, la justicia y lo promuevan. Así como también se busca que se fortalezcan los factores de protección de adolescentes, jóvenes y sus respectivas familias mediante espacios culturales, deportivos, artísticos y psicoeducativos; pues viven una realidad donde la drogadicción y la delincuencia están latentes todos los días.