La importancia y los riesgos de compartir

20 mayo, 2024

Hoy quiero convencerte de algo: Quien guarda para sí todos sus problemas, secretos, dolores, angustias y sinsabores un día tendrá que dejarlos de algún modo y por algún lado salir y probable es que le lleguen a pesar tanto que lo hagan morir en vida o en el mejor de los casos, enfermar.

Surge entonces una pregunta que podríamos llamar la del escape magistral: ¿No basta con refugiarme en el trabajo, en la oficina, en el gimnasio y en las redes sociales? Respondo entonces que cada vez que me canso trabajando, que me ejército, que unas copas me voy con mis amigos a tomar y que observo en las redes sociales, la vida de los demás, me encuentro bien, distraída y, en ocasiones, hasta aparentemente relajada…Y sí eso puede ser cierto porque válvulas muy lícitas de escape son y me ayudan a evadir tocar esas emociones que quizá sin todo ello me harían en mil pedazos explotar…

No existe una sola persona parada en este divino planeta que no esté formada por algunos bellos recuerdos, pero tampoco existe una sola que carezca de heridas que esté llamada a sanar… Y claro está que si miedo me da mis heridas tocar lo que eso parece que originará será no sólo un daño a mí misma sino a todos aquellos a los que con mis púas, esas con las que cubrí cada herida, puedo llegar a lastimar.

Tengo heridas, recuerdos, dolores, arrepentimientos y muchas, muchas cosas más que quiero y parece que estoy llamada a mejorar. Y entonces surge esa voz maravillosa a la que le encanta a mi buena voluntad inflar y me dice que yo puedo sola, que sólo necesito ser alegre y optimista y dejarme de historias cuando la única manera de dejarme de historias es cuando las pueda contar… Beatriz, ¿De qué me hablas? ¿Acaso estás sugiriendo que además de las heridas con las que ya cuento vaya y me procure más contando todo eso que si alguien revela pudiera por fin a la tumba mi cuerpo llevar? No, Beatriz, no te confundas, yo me quedo con lo mío y evado y construyo a partir de ahí, olvidando y reconstruyendo ¡Lo demás en el pasado está! Y yo te pregunto: ¿Quién puede reconstruir sobre ruinas, fango, moho y zona de desastre sin antes limpiar?

Quiero invitarte a que nos demos la oportunidad de creer que existen personas y lugares que espacios seguros son para sanar, espacios en que existen almas buenas que quieren solidarizarse contigo y que, sin juzgarte porque se saben tan heridas o más que tú, están dispuestas a escuchar todo eso que necesitas a tu alma liberar.

Dicen que en los grupos de apoyo de AA sucede magia, que un terapeuta y un adecuado director espiritual pueden tu vida cambiar… ¡Patrañas!, dirás… ¿Y si no estoy inventando? ¿Y si tan sólo te dieras la oportunidad de permitir a tu humildad aflorar y abrazada a ella por fin te rindieras y decidieras de una vez por todas renunciar a sufrir en soledad?

Atreverse a rendirse, a voltear al cielo y reconocer que ha llegado el tiempo de cesar de lastimarnos, así como de lastimar a creer que nada está perdido por fuertes que resulten nuestras experiencias y que todos, de uno u otro modo en la lucha nos encontramos y que a todos de una que otra cadenita nos encantaría el cuerpo y el alma liberar…

Miedo, angustia, ansiedad, desesperanza, depresión cuántas enfermedades que se atacan sólo con medicina y/o ejercicio se pretenden callar cuando lo que quizá necesitamos con urgencia es nuestras emociones tocar, liberar y dejarnos por otros abrazar.

Dicen que cada quién tiene su momento y no tengo la menor duda de ello, sin embargo, a veces y no pocas, es preciso no escondernos cuando el momento nos pretende tocar… Y ese momento puede estar disfrazado de agotamiento físico, de vacío espiritual, de tristeza escondida detrás de una sonrisa que es absolutamente falaz, de una copa o un vaso de licor que sólo efímero y aparente consuelo dan…

Rindámonos, movamos los músculos, vayamos o hablemos a ese lugar en el que sabemos que nuestra alma refugio encontrará.  Enterremos los miedos esos que nos sepultan en vida a nosotros y que nos hacen creer que estamos avanzando pero que paralizando nuestras almas están.

No, no es magia, es humanidad, es la necesidad de amor y caridad esa que levanta, que reanima, esa en la que con cariño y por tu nombre te llaman escuchándote y animándote a continuar.

No, no sólo eres tú son todos los habitantes de este gran planeta los que de muchas cadenas se necesitan liberar… Somos todos, el de la sonrisa feliz en Instagram, el de historias maravillosas en Facebook, el que postea eso con lo que tú anhelarías contar… No, nadie escapa es sólo que algunos mejores actores son y algunos otros sanando ya están…

Quizá pienses que hay excepciones, pero no, todos necesitamos hablar con alguien que sea un alma en la que reine la caridad…

Tú tienes las respuestas, pero es preciso que reconozcas que las mismas se descubren más rápido cuando te dejas de castigar con el famoso “Yo solo puedo”. Recuerda, vivimos en sociedad y parece que a este plano nos vinimos a ayudar.

Todo es cuestión de comenzar… Con alegría recordemos que nada está perdido y que si no nos rendimos ahora y comenzamos a confiar, tarde o temprano la vida nos buscará para ayudarnos a sanar, a reparar y por fin, a volar…

Nadie está solo, pero muchos hasta que no se convencen de lo contrario solos y cargados parece que quieren estar…

Necesitamos hablar…

beatriz.achirica@gmail.com