PODEMOS TRABAJAR SIEMPRE MEJOR
Se educa con el objetivo de formar y desarrollar la personalidad completa de los futuros profesionales del país, tratando de que dé en serio busquen el bien personal y el de los demás. Sin embargo, los resultados que se obtienen son pobres, porque se descuida el desarrollo de las virtudes que son las fuerzas – que hacen posible que crezcamos haciendo el bien.
Sólo unos pocos estudiantes llegan a incorporar a sus vidas, auténticos hábitos de estudio y de amor por un trabajo bien hecho, piedra de toque para cualquier proyecto ambicioso. Es cierto que la principal formación se adquiere en el hogar y la que se conquista en los centros académicos es principalmente desarrollo de habilidades. Pero ambas, necesitan ir juntas.
El problema es complejo, e intervienen gran cantidad de factores: pero sólo dos de ellos influyen negativamente de modo decisivo: la carencia de hábitos de estudio y el afán para superarse continuamente en el trabajo. y principalmente el amor a la familia. En concreto, se requiere desarrollo de virtudes y crecimiento de habilidades. Pero no por unos años, sino constantemente durante toda la vida.
Es frecuente que los padres de familia se quejen de que sus hijos, luego de haber hecho los estudios básicos y la carrera profesional, vean que sus hijos se encuentran en un nivel muy por debajo de sus capacidades o de lo que pensaban ellos lograr. Los profesores –que comparten la misma opinión-, atribuyen los resultados tan lamentables al empleo excesivo de la televisión y de los videos, puesto que se han convertido en ladrones del estudio.
Recordemos que la vida es lucha para mejorar uno y para ayudar a los demás a que lo hagan, y esto lo será siempre. No podemos ser ilusos.
Por ejemplo, si el colegio exige veinticinco horas de clase a la semana, hay que añadirle otras veinticinco horas de estudio durante ese tiempo, tomando en cuenta que a una hora de clase corresponde a una hora de estudio, para una eficaz asimilación, reflexión y la necesaria transferencia a la vida práctica, para adquirir un verdadero aprendizaje.
Pero tengamos siempre presente la necesidad de dedicar tiempo valioso a la familia y de encontrar-sobre todo- a Dios en lo que hacemos.
En la vida real, es difícil encontrar a un muchacho que, poseyendo inmejorables dotes personales y circunstancias que le favorezcan, dedique al estudio –de modo exclusivo- diez horas diarias. Esto es lo que necesitaría, según los pedagogos, para asimilar lo que se le enseña en la escuela. Seamos realistas, necesitarían tiempo para jugar y descansar en otras cosas que exijan menor esfuerzo. Habría que tomar en cuenta, lo que, por el olvido natural, el alumno ya no vuelve a recordar.
Abandonar lo que cuesta. Rechazar las metas que impliquen esfuerzo. Ir por el camino del menor esfuerzo, equivale a conformarse con casi nada, o a ser mezquinos en la autosuperación personal y en el servicio a los demás. Mucha gente opina que el uso excesivo de la televisión y el video –extraescolares- apartan a los jóvenes del estudio, les recorta el descanso y los hace somnolientos y distraídos en la vida de familia.