PUNTOS DE VISTA SOBRE LA AMISTAD AUTÉNTICA

28 noviembre, 2023

Todos sabemos que el hombre está necesitado e inacabado, y requiere estar abierto a Dios y a los demás, para ser amado y feliz.

El hombre como ser creado, está dispuesto por naturaleza a vivir una vocación y una misión concreta. Ningún hombre se perfecciona solo. Necesariamente intervienen en su vida las demás personas. Por otra parte, Dios –que es Amor- busca colaboradores. Se vale de éstos, para que le ayuden a Él, en la tarea de la salvación de cada hombre.

Si cada uno de nosotros no es Dios, es indudable que no nos bastemos, para alcanzar la felicidad (perfección) a la que hemos sido llamados.  No es suficiente saberlo:  es imprescindible que se ame con obras.

Del amor de Dios, se origina una dimensión de amor entre los hombres, participación del amor divino. Si cada uno de nosotros no es Dios, es absurdo que solos queramos obtener la felicidad y perfección a la que hemos sido llamados.

“La amistad rodea al hombre de una atmósfera de cariño e influye en todas las facetas de su personalidad.” (GER). Por ello, la convicción de seres necesitados de amistad debe enraizar en el alma. Quién no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo amará a Dios, a quien no ve?  Cada ser creado, depende en definitiva del Creador.

Del amor de Dios, se origina una dimensión de amor entre los hombres, participación del amor divino. Dios creó al hombre a su “imagen y semejanza”, y Jesucristo    nos redimió a cada uno:   entonces hay algo muy grande por lo que cada   hombre merece ser amado.

“Cristo se hizo hombre entre los hombres para darles la vida sobrenatural, que es una participación de la vida misma de Cristo; por esto todo lo que es específicamente cristiano es sobrenatural., por lo que la amistad cristiana es sobrenatural y tiene su punto de partida en Jesucristo, progresa según su voluntad y termina en Él” (GER).

Ante el prójimo necesitamos mantener una actitud de respeto, de casi sagrada expectación. Nuestra actitud ante él debe presentir lo que puede haber de verdadero y profundo en su interior. La amistad se forja, pero no se descubre hecha. Necesitamos tener amigos (no por miras egoístas), sino porque así nos hacemos personas, como Dios quiere. Buscando la felicidad del amigo, encontramos la nuestra. En esto consiste el amor: No busco mi felicidad sino la del otro.

Es un amor sin cálculos. El amor de amistad es el acto por el cual la voluntad se identifica y se fusiona con la alegría y el bienestar del otro. Se trata de darse al amigo como a la persona que se ama, hasta el punto de ser capaz de dar la vida por él.

La amistad auténtica es la que sabe compartir la alegría sin el más leve rastro de envidia. El amigo es el otro yo: la felicidad y el dolor ajenos, pero hechos propios. Esta felicidad es algo estupendo que Dios nos otorga. Dios es feliz en sí mismo, porque no necesita a nadie y lo tiene todo. El hombre necesita de los demás para ser dichoso. Amar al amigo es desearle y ayudarle a que viva en el bien y en la verdad.