EL AUTÉNTICO LIDERAZGO MUEVE MONTAÑAS
Casi todos podemos ser líderes si asumimos una actitud positiva ante la vida y somos constantes, dejando una huella de mejoría en lo que hacemos. No se trata de tomar una pistola y de rodearnos de secuaces que obedezcan nuestras órdenes y de poner a los demás la suela de zapato sobre el cuello, para que hagan lo que se nos pega la gana. No, eso es una caricatura. Los líderes auténticos están cerca de Dios y ayudan a los demás, siempre que pueden. El liderazgo va de la mano con el bien que podemos hacer. Y todos podemos hacer el bien. El liderazgo falso destruye a la humanidad.
Algunas manifestaciones de liderazgo auténtico, pueden manifestarse así:
- No excluir al competidor, sino superarlo.
- Persuadir con el ejemplo, más que con discursos.
- La responsabilidad educa tanto a uno mismo como a los demás.
- Ser congruente con nuestro proyecto de vida.
- Poseer un gran aprecio por la familia monogámica, y vivirlo así.
- Mantenerse abierto a los hijos que Dios se digne enviarnos.
- Poner la familia por encima del trabajo.
- Sentido de responsabilidad, pues en primer lugar está él, luego la esposa y en tercer lugar los hijos.
- Buscar la mejor educación de los hijos y dejarles en libertad –orientando- para que desarrollen sus talentos en servicio de los demás.
- Estar persuadidos que sin los demás casi no se puede hacer nada.
- Ello implica contar con controles fiables y medibles del avance de cada proyecto.
- Aguzar los sentidos en lo que concierne al prójimo:
- Problemas y necesidades:
- Mantener un aprecio genuino por la gente, sabiendo que son hijos de Dios.
- No juzgar los puntos de vista, sino procurar verlos tan claramente como si fuesen propios.
- Preferir escuchar a los demás, para tener una idea objetiva de lo que sucede, sin apegarse a los propios puntos de vista, sino más bien enriqueciéndolos, si es el caso.
- Mantener e incrementar un auténtico conocimiento de sí.
- Apreciar las cualidades de uno y conocer los puntos débiles.
- En los puntos débiles, poner a personas mejores que él y animar a estos a trabajar bien.
- Promover los valores: libertad, responsabilidad, lealtad, sinceridad, justicia, comprensión con los demás, etc.
- Entender la situación en que se halla.
- Distinguir entre hechos y opiniones, ser objetivo.
- Gozar del sentido de dirección, saber conducir a su gente; y actuar con finalidad concreta.
- Hay que ser fiel y leal. Ser audaz y poseer el valor de actuar.
- Trabajar en equipo, procurando alcanzar el objetivo principal, apoyándose y sacando punta a las cualidades de sí mismo y de las de los miembros del grupo
- Confiar en sí mismo: y aprender de los errores, más que de los aciertos.
- Aceptarse a sí mismo, y mantener una autoimagen adecuada y realista.
- No luchar por ser “alguien”, sino esforzarse por ser él mismo, y hacer de su persona lo mejor que pueda, orientada al servicio de los demás.
- Saber que es necesario unirse con otros –aunque no comparta con ellos sus convicciones-, para poder hacer -con los demás- lo que sí comparte.
- Reconocer que cada persona es única e irrepetible y aceptar las diferencias y las consecuencias.
- Problemas y necesidades: