Una fiesta de familia
Autor: Socorro Eugenia Quijano
Eso resultó ser la visita del Padre, Fernando Ocáriz Braña, Prelado del Opus Dei, quién estuvo en nuestro País durante varias semanas del 27 de octubre al 12 de noviembre, para impulsar el trabajo apostólico de miles de mexicanos de Aguascalientes, Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México.
Los encuentros familiares se vivieron en el marco de una fiesta mexicana acompañados de Mariachis y canciones mexicanas como Cielito Lindo y La Morenita. No faltó también la canción de Delgadillo: Fueron grandes los viajeros que pasaron por aquí, interpretada por los miles de asistentes a la tertulia final en el centro de convenciones Banamex en Santa Fe de la Ciudad de México.
Sus hijos, de todo el país prácticamente, y sus amigos, pudieron platicar con el Padre Fernando Ocáriz en múltiples encuentros personalizados y multitudinarios también pero que no perdían el calor del cariño del Padre a los hijos y de estos al Padre. Y así se vivieron días muy intensos para docenas de miles de personas de todas las edades y circunstancias de este País, incluyendo de Yucatán y Campeche.
La celebración de la Santa Misa en la Villa de Guadalupe, “un lugar santo” como le llamara el Padre Ocáriz, puso el tono sobrenatural de todas las tertulias – como suelen llamarle a estas reuniones familiares- y momentos de trabajo con los fieles directivos del Opus Dei en México en donde recientemente se ha restructurado la labor de gobierno para lograr más repercusión apostólica. El Opus Dei, institución de la Iglesia Católica, busca difundir por el mundo, de acuerdo al carisma fundacional de San Josemaría Escrivá, la llamada de Dios a la santidad en la vida ordinaria, en el cumplimiento acabado del trabajo profesional y de las obligaciones familiares y sociales.
Tuve la oportunidad de asistir a una tertulia en el Centro Manzano del Opus Dei, en el que el diálogo con sus hijas Numerarias y Numerarias Auxiliares fue muy emotivo al recordar al Prelado anterior ya fallecido, Xavier Echevarría Rodríguez. La audiencia formada en su mayoría de jóvenes vocaciones al Opus Dei, versó sobre sus inquietudes.
El Prelado de la Obra, antes de partir de regreso a Roma, pasó a la Villa de Guadalupe a despedirse de la Virgen a quién rezo desde el primer día de su estancia en este México, por las intenciones de la Iglesia, el mundo y la Obra