Amor a mi familia
Autor: Ana Teresa López de Llergo
Nuevamente iniciamos un tiempo de preparación para una gran fiesta: la Navidad. Nos llegan noticias de que la Unión Europea planteó eliminar esa fiesta. Muchos motivos pueden haberse presentado, pero, prevaleció la razón y se seguirá disfrutando de esa riquísima tradición que encierra un gran misterio y una verdad salvadora.
Por ese grave planteamiento, necesitamos revisar qué significa para cada uno la Navidad, cuál habría sido mi respuesta, de qué lado me hubiera colocado. Cuáles son mis argumentos. Los hay sentimentales y otros profundos, teológicos. Importa descubrirlos y recuperar los segundos.
Los argumentos sentimentales pueden ser aquellos que expresan muchas personas: para unos es tiempo de tristeza y para otros de alegría. Unos tienen tristes recuerdos de esa fiesta, porque hubo discusiones en la familia e incluso rupturas. Otros se alegran porque recuerdan cómo disfrutaban con los regalos que recibieron en su niñez. Todos tienen razón, pero olvidan lo importante.
El motivo fundamental es el hecho de que Dios se hace Niño, igual que nosotros, aunque impecable: nunca lo comete. Es perfecto Dios y perfecto Hombre. Viene a la Tierra a salvarnos, a abrir las puertas del cielo que se cerraron para todos tras el pecado de nuestros primeros Padres: Adán y Eva. Paga todas las culpas de todas las personas de todos los tiempos. Viene a enseñarnos que nos ama y nos enseña cómo permanecer en su amistad.
En la Navidad contemplamos el nacimiento de Jesús en una familia muy santa. Nos referimos a ella como la Sagrada Familia. Es Sagrada porque con María, su santísima Madre, y José que acepta ser su padre en la Tierra, cumplen la Voluntad de Dios y cuidan y enseñan al pequeño recién nacido. Le dan todo el cariño y las atenciones necesarias hasta que empiece a cumplir su tarea.
La alegría de la Navidad se debe a saber que Dios nos ama y da su vida para rescatarnos. La alegría se debe también a que en la Sagrada Familia todos cabemos. Es ejemplo y modelo para todas las familias. María y José esperan que les pidamos su ayuda para mejorar, conservar y, si fuera necesario, salvar nuestra familia.
Con esa ayuda, estar dispuestos a ayudar a otras familias, con ánimo sin temer el contexto social, a veces muy agresivo. Podemos con la ayuda de Jesús, María y José. Recordar que el nombre del amor es la fidelidad a lo largo del tiempo (Benedicto XVI). Llenarnos de ánimo Dios nos necesita, pero Él nos acompaña. Con estos propósitos tendremos una ¡muy feliz Navidad!