¿ES FÁCIL JUZGAR A UNA MUJER QUE ABORTA?
Primero que nada, hay que entender que el aborto no es una interrupción del embarazo, ya que al realizar el aborto se termina la posibilidad de desarrollo de un ser vivo en el vientre materno y no puede continuar. Por ello, es incorrecto decir que es una interrupción del embarazo.
Por otro lado, dicen que la mujer tiene derecho a decidir. Primero que nada, pregunto: ¿A decidir qué?, ¿decidir si continúa el desarrollo de otra vida, otra vida distinta a la suya?, ¿decidir si le otorga al bebé en desarrollo su derecho a permanecer vivo?, ¿decidir qué?
A nadie le corresponde el “derecho” de elegir la muerte o la vida y menos de otra vida. La vida, es en sí misma lo que es, así como la muerte es en sí misma lo que es. Por lo tanto, no es un derecho otorgar vida o quitar vida. ¿Qué quiero decir con esto?, que no podemos generar vida sólo porque nosotros queremos o porque es nuestro derecho. O quitarle la vida a alguien vivo porque es nuestro derecho. En tal caso, es nuestra obligación preservar y proteger la vida.
La vida humana es consecuencia de todo un proceso humano y divino. Y digo divino pues el ser humano está compuesto por tres dimensiones: corpórea, espiritual, y afectiva. Si fuera un derecho, toda mujer tendría la posibilidad de ser madre y no es así. ¿Y si fuera un derecho destruir la vida, matando a alguien porque no es un ser deseado? ¿Te imaginas el resultado de ese supuesto “derecho”?
El derecho al respeto a la vida, el derecho a vivir, le corresponde en tal caso al nuevo ser vivo, que ya está dentro del vientre materno. Ya es lo que es.
Ahora bien, existen diversos motivos por los que un bebé es engendrado: Puede ser por amor, por un momento de pasión, porque en una noche de fiesta y de alcohol se cometió un acto sexual, por violación, por un abuso a la integridad e intimidad de una mujer, por un acto de infidelidad; en fin, por una diversidad de circunstancia que están lejos de una entrega comprometida, de un amor sincero y verdadero, con el que buscamos el bien del ser amado, y gracias al cual, la noticia de un bebé se recibe, de inmediato, como una gran ilusión y una gran bendición.
Tal vez las circunstancias no son las adecuadas, las ideales, las esperadas. Muy probablemente, la manera de engendrar fue dolorosa y puede haber mucho sufrimiento en la mujer y su familia, por consiguiente, pueden cruzarse sentimientos negativos como vergüenza, culpa, rencor, frustración, miedo… En suma: sentimientos que nos lleven a ver el embarazo como una desgracia, un castigo, un motivo grave de preocupación, y en esta angustia, si no se ordena y purifica, se suelen tomar opciones equivocadas.
Por ejemplo, se propone apartar a la hija de la familia, echarla de la casa o peor aún: el aborto. Ya ha pasado que la madre abandona a su hijo en la calle, del mismo modo que ella fue abandonada por sus padres, y al final de todo, se suicida, sin terminar con ello lo que fue visto como tragedia, porque la historia queda sembrada como de horror perene en la familia extensa.
Por ello es que tanto los padres de familia, como la sociedad misma y el gobierno, deben ser los protectores solidarios que ayuden a defender y proteger la vida de ambos, de la mujer embarazada y de los bebés por nacer. Si no lo hacemos, podemos llegar a ser cómplices del aborto, debido a la incomprensión, juicios, desprecio, inhumanidad, a la falta de solidaridad y amor por el prójimo.
Conozco, y he escuchado, muchísimos casos de mujeres que eligen la vida de sus hijos, a pesar de las circunstancias difíciles y dolorosas, quienes por momentos pensaron que eran hijos no deseados. Y durante el embarazo, por esa capacidad inherente al ser humano de amar, y la posibilidad que nos da la facultad del ser humano de resiliencia, ese hijo no deseado se convierte en el ser más amado y deseado en la vida de la madre.
Entonces bien, pregunto: ¿Es fácil juzgar a una mujer que aborto? No, no es fácil. Ya que cuando toma la decisión de aborta, ella está rodeada de circunstancias diversas, de influencias externas, de miedo, de soledad, de dolor, tal vez de sufrimiento, de juicios muy dolorosos, de inmadurez.
Cuando una persona se encuentra en estos estados emocionales, lo más incorrecto, grave y peligroso, es justo pretender elegir.
Entendamos pues, que el futuro y la vida de la madre y del bebé están en la decisión que tomemos. Por ello, es recomendable que, ante una situación que vivimos y sentimos como de extrema dificultad e incluso aterradora, pidamos ayuda y orientación a un especialista que ame la vida. En crisis, tomar decisiones a escondidas o lejos de personas sabias, nos conduce a la equivocación y el error. Pero no sólo eso, el aborto nos conduce a un gran sufrimiento, mayor al del abuso sexual, por ejemplo (y quiero aclarar que son los mínimos casos de aborto por violación).
El aborto jamás es solución a un aparente problema como el embarazo. Al contrario, es el nacimiento de un gran dolor, de un camino de sufrimiento, desesperanza, arrepentimiento, culpa, amargura y depresión. Tarde o temprano aparecen diferentes signos y síntomas del aborto. Al conjunto de estos signos y síntomas se le llama síndrome post-aborto. Se trata de un síndrome que se ha estudiado desde la multidisciplinariedad entre profesionales de la psicología, la filosofía, la sociología y la psiquiatría.
Síndrome Post – aborto:
Cuando te encuentras con la noticia de que estás embarazada, y no estás en las circunstancias “ideales”, por miedo, sentimiento de incapacidad o porque te sientes indefensa, turbada, muy asustada y sola, tal vez pienses, por instantes, en abortar.
En esos momentos, buscas ayuda, pides consejo, tal vez consultas con el padre del hijo que está por nacer, el cual se encuentra igual de asustado que tú, por lo que es muy probable que te proponga que abortes. Posiblemente buscas el apoyo de alguna “amiga” que ya ha tenido un aborto, y si esto es así, seguramente ella te impulsa y motiva a que lo hagas; te dice: “no pasa nada”, “todo está bien”, “nadie se dará cuenta”, y junto con ello, te asegura que te librarás de un gran problema.
Te voy a explicar por qué resulta que la amiga que ya abortó te dice todo eso. Pero antes, comprende que lo que vives ahora es un embarazo, lo que significa que tienes a un ser humano en desarrollo que crece dentro de ti, es tu bebé, y por lo tanto cuando uno aborta vive un duelo, es la pérdida de un hijo, de tu hijo.
El duelo es un proceso que se vive en diferentes etapas; estas etapas son la respuesta emocional de quien lo vive, y la persona se ve afectada en sus dimensiones físicas, cognitivas, emocionales y filosóficas de la conducta.
Las fases de duelo son: negación, enfado e indiferencia, dolor emocional, sublimación y aceptación; en esta última etapa se acepta la pérdida, pero jamás se olvida. De ahí que, se necesita ayuda emocional, psicológica, y en algunos casos, psiquiátrica; para acompañar a vivir este proceso.
Ahora bien, como tu amiga seguramente se encuentra en la etapa de negación, o está iniciando la etapa de enfado e indiferencia, por eso piensa y te dice que no pasa nada y te anima a que abortes.
Pero permíteme explicarte una cosa, un aborto trae consecuencias tarde o temprano; aparecen signos y síntomas como depresión, angustia, culpa, problemas alimenticios y hasta el suicidio. Al conjunto de estos signos y síntomas se le llama Síndrome Post-aborto, que como ya he mencionado, has sido estudiado desde una perspectiva multidisciplinaria por profesionales de la psicología, la filosofía, la sociología y la psiquiatría.
El aborto es la destrucción de un bebé en el vientre materno; es un acto que queda fuera de la comprensión y el entendimiento del corazón de la madre que ha abortado; por lo que en algún momento se llega a la etapa del dolor emocional, y es aquí en donde los efectos del aborto se hacen visibles. Por ejemplo, se pueden vivir situaciones como tener imágenes y sentimientos recurrentes de la experiencia del aborto, así como sueños del aborto o del bebé no nacido que tiene rostro y cuerpo.
Sin embargo, como mecanismo de defensa, uno empieza a negar estos sentimientos reprimiendo el dolor de la perdida, o bien se buscan razonamientos que justifiquen el aborto, así como también aparece la “formación reactiva”, en la que se hace todo lo contrario a lo que uno siente; por ejemplo: “la tristeza se simula con alegría”; “el malestar con bienestar”. Pero como todo esto es solo un mecanismo de defensa ante la realidad y el dolor del aborto, empiezan los problemas de depresión, ansiedad, baja autoestima y soledad extrema.
Algo que sólo vive quien ha abortado. Muchos pueden acompañarte a abortar, pero nadie podrá jamás sentir contigo este síndrome. Y ten cuidado, ya que otro mecanismo de defensa es la “compensación”, situación en la que se busca volverse a embarazar, pretendiendo sustituir al hijo no nacido; por eso es que hay mujeres que se embarazan dos o tres veces más; pero como no están preparadas para ello, repiten el acto del aborto las mismas veces que se embarazan.
El daño se refleja en características alteradas de personalidad y carácter, como problemas para conciliar el sueño, dificultad para concentrarse, agresividad, violencia, respuestas exageradas en los momentos que se recuerda el aborto, intento de suicidio, falta de capacidad para perdonarse a uno mismo, y con todo ello, uno comienza a castigase.
De ahí, la tristeza, el llanto constante, los remordimientos, el estrés permanente, sentimientos de degradación, miedos cada vez más irracionales, sentimiento general de vacío, confusión respecto de la identidad sexual, pérdida de sentido de vida, dificultad para mantener relaciones interpersonales; consumo de alcohol, drogas y tabaco, en exceso, entre otras.
¿Te das cuenta cómo el aborto es el principio a un camino lleno de dolor y sufrimiento? Mira que no dura 15 minutos, dura toda la vida.
En suma, este conjunto de manifestaciones es la incapacidad de la mujer para procesar ella sola todas las heridas que la pérdida de su bebé deja en el alma y en el cuerpo. A través de la negación, la mujer bloquea el dolor y el trauma que dejan la muerte de su bebé. Y es que sólo la mujer sabe que aún es madre del hijo que ha abortado, aunque con él o ella, ya no pueda compartir nada.
La madre quisiera retroceder el tiempo para vivir con su hijo, y eso es ya imposible. Él está en la vida futura; no se ha muerto, ya que, desde que cada ser humano es engendrado, Dios -que nos teje en el vientre la madre- nos hace un lugar en el Cielo. ¿Sabes por qué?, porque Dios nos crea para Él amarnos, y como el que ama quiere amar para siempre, por eso, nos da la vida eterna, desde el instante en el que nos crea.
Así que, si estas embarazada, ya sabes, esa etapa sólo dura nueve meses. Busca ayuda, pero busca ayuda de una persona que ame la vida, que sea capaz de acompañarte, de darte un abrazo sólido, y que te abra todas las oportunidades que mereces para llevar a buen término tu embarazo. Busca ayuda en quien no tenga miedo a la vida, en gente audaz que sólo tema a la muerte en vida. Para ti, deseo fortaleza, mucha ternura y bendiciones.