El cielo es el límite para las personas con discapacidad visual

17 agosto, 2021
Autora: Sandra Salgado Acevedo

Fotos: Vemos con el Corazón IAP

Muchas veces como sociedad estamos acostumbrados a creer que las personas con discapacidad visual, no pueden valerse por sí mismas o no pueden hacer muchas cosas por las complicaciones que les genera esa discapacidad. Sin embargo, muy pocos de nosotros somos capaces de entender que tener esta condición no es un impedimento para realizar diversas actividades que todos podemos disfrutar y a las que todos deberíamos de tener acceso.

Vemos con el corazón IAP, es una institución dedicada a la capacitación y rehabilitación de personas con discapacidad visual de todas las edades. Ellos con su trabajo demuestran, incluso a sus propios beneficiarios, que todavía hay muchas posibilidades para ellos y que pueden acceder a una vida con un gran nivel de autonomía.

La discapacidad visual no tiene por qué detener su vida. Con casi trece años de labor, brindan apoyo a personas con esta condición. Cuentan con más de veintidós talleres y han ayudado a más de 250 personas.

Su principal objetivo consiste en dar rehabilitación a todas las personas con discapacidad visual, ya sea adquirida o de nacimiento. Se busca rehabilitarlos en todas las áreas funcionales de sus vidas para que ellos sean personas completamente independientes.

“Cuando se trabaja con los niños realmente es muy fácil, ya que la mayoría nacen sin la vista o con muy poca; realmente no tienen un punto de referencia y la rehabilitación es maravillosa. En el caso de los adultos, es completamente distinto, porque hay que reeducarles desde la marcha, desde las actividades de la vida diaria, para que ellos a la edad que tengan y en la que hayan perdido la vista, sean completamente independientes y puedan reprogramar su contexto, tengan una buena calidad de vida y un proyecto de vida a futuro” comentó Neftalí Salmerón, psicoterapeuta en Vemos con el Corazón IAP, en entrevista para Somos Hermanos.

 

Darles habilidades para superar sus propios límites

Vemos con el corazón IAP, brinda una gran variedad de talleres para sus beneficiarios demostrándoles que existen muchas cosas que pueden hacer a pesar de su discapacidad. Los talleres básicos que enseñan desde ocupar el bastón para que puedan desplazarse por la ciudad de manera independiente, terapia física, terapia ocupacional y también poseen una gran cantidad de talleres complementarios, que se relacionan con el proyecto de vida de cada uno de sus beneficiarios.

Aunque para muchos nos pudiese parecer extraño o complicado que una persona con discapacidad visual pueda acceder a talleres y actividades en las cuales se cree que es indispensable la vista. En Vemos con el Corazón, nos demuestran que realmente contar con esta discapacidad no es un impedimento para poder realizarlas. “Nosotros como instructores somos muy descriptivos. Muchas más aprendamos a describir las cosas, ellos más rápido te captan la idea. Por ejemplo, el taller de zumba, es una actividad donde se tiene que ver al instructor para captar la idea, lo que nosotros hacemos es describir el paso y ponerle un nombre. Mucho tiene que ver nuestra capacidad como profesionistas para poder expresar una idea”, aseguró Salmerón.

Entre los talleres que brindan se encuentran:

º Estimulación temprana

º Desarrollo sensorial

º Orientación y movilidad (Bastón Blanco: Ceguera, Verde: Débiles Visuales)

º Lecto-escritura Braille

º Mecanografía

º Computación (Sistema parlantes JAWS)

º Inglés

º Actividades de vida Diaria

º Narrativa

º Escritura en negro

º Maternal

º Fotografía

º Matemáticas

º Psicomotricidad

º Música

º Baile

º Teatro

º Oratoria

º Cocina

º Masoterapia

º Manualidades

º Estimulación Fina

º Estimulación Visual

º Activación física

º Yoga

º INEA (Certificación primaria y secundaria)

º Cuentan con biblioteca en Braille y audio libros

 

Inclusión

Vemos con el Corazón IAP, tiene entre sus principales esfuerzos, la incorporación de los alumnos ciegos a las aulas regulares. Ellos trabajan con los maestros y con equipos especializados para la adaptación de los materiales requeridos por los alumnos.  Para los miembros de esta institución es un logro observar que un niño con discapacidad visual puede seguir la clase normal, tomando en cuenta sus necesidades.

Muchas veces pensamos que los niños no pueden convivir entre sí o que les es imposible tomar clases como lo haría cualquier otro niño.  Es importante darnos cuenta que tenemos que romper nuestros miedos a acercarnos a una persona que es diferente a nosotros, para de esta manera brindarles más oportunidades para desarrollarse y tener una buena calidad de vida.

Como sociedad es importante que dejemos de tener miedo y que podamos aceptar que las personas con discapacidad tienen muchas opciones para aprender, conocer, vivir y desarrollarse. También es de suma importancia que se tomen en cuenta y sean visibles en la sociedad, debemos asegurarnos de tener espacios inclusivos que cuenten con medidas para que este sector de la población pueda disfrutar los espacios como los demás ciudadanos, ya que también es su derecho.

 

Testimonios

Jaime Alberto Castañeda Vendrell- Beneficiario de Vemos con el corazón IAP.

Tengo cincuenta y seis años, y me siento con tantos deseos y tantas ganas de levantarme todos los días. El primer reto que tengo al salir de casa, es que tengo que regresar en las condiciones en las que salí, ¡tengo que cuidarme!

Cuando joven me interesaban mucho las bellas artes, sobre todo la música y el teatro. Curse con una carrera de ingeniería en Electrónica con una especialidad en industria por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Sin embargo, con esta estadía de la ceguera, me encuentro que aquel joven que tenía como hobby la música y el teatro, ha representado lo que realmente soy.

Cuando se pierde el sentido de la vista, empiezan a resaltar los demás: olfato, oído, tacto, gusto. Todo empieza a hacerse más grande. No es que los ciegos escuchemos más, creo que ponemos más atención.

 

Adelina Sereno- Beneficiaria de Vemos con el Corazón IAP

Tengo cuarenta y cuatro años, soy casada, tengo una hija que ya tiene dieciséis años. De hecho, la discapacidad visual comenzó cuando mi hija tenía cuatro meses. El reto que nos presentó la vida en la familia fue grande. Al principio nos dio mucho miedo, esto no es algo que ya se esté establecido, se da paso a paso. Recuerdo una frase que me dice mucho mi esposo: “Me muero del susto, pero vete”.

Es difícil a veces interactuar en espacios donde te miran como el otro, en donde tú te percatas como las personas se ponen nerviosas o no saben cómo dirigirte. Me doy cuenta que soy capaz de reconocer a todos y cada una de las personas con las que convivo, tengo esa capacidad. La persona con ceguera o con baja visión tiene un arcoíris gigante de posibilidades, el ser humano encuentra en su vida muchos retos, pero como seres humanos en el camino, vamos tratando de siempre a ir cuesta arriba. Mi esposo me dice: “Ya no tengo tanto miedo, vete y haz lo que tengas que hacer”

 

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