Cristo Rey. Un modo de ser Iglesia
Jorge E. Traslosheros
Vida Nueva México
Benedicto XVI celebrará una misa multitudinaria al pie del santuario a Cristo Rey. Será el evento más significativo de su visita a México. El Papa teólogo se ha destacado por su profundo sentido cristológico. Así, la estética del acontecimiento no puede pasar desapercibida. Es necesario avanzar alguna reflexión sobre su significado.
El cristianismo es la religión que vive de su relación personal con Cristo. Los debates más álgidos en la historia de la Iglesia y los ataques más fuertes en su contra han girado en torno a Jesús. Fue la materia de los grandes concilios del primer milenio, así como de las principales herejías. Contra Jesús se cebaron los ataques de los filósofos de la antigüedad, del racionalismo ilustrado, del liberalismo más jacobino, del marxismo, todos en su afán de exterminar a los cristianos de una u otra forma. Los debates cristológicos y los ataques a Cristo forman parte del caminar ordinario de la Iglesia.
En México, la imagen de Cristo Rey está cargada de historia. Fue la advocación que sostuvo a los católicos durante la persecución religiosa (1914-1938) cuando, arrostrando dificultades que rozan la epopeya, construyeron el Cristo de la Montaña en el cerro del Cubilete. Es la estética de la cristología de la resistencia, del martirio abierto a la esperanza. Es Cristo resucitado que convoca, con los brazos abiertos, desde la Cruz, a la paz y la reconciliación. Es la antítesis de la violencia que sufría la Iglesia y la respuesta más coherente con el Evangelio.
Después de la persecución la advocación tomó diversos caminos que alimentaron la rica religiosidad personal y popular. Sin embargo, dos de ellos se politizaron trastocando la relación con Jesús hasta convertirla en ideología. Primero, acunando el resentimiento de una supuesta derrota, se radicaliza la idea del reinado social de Cristo hasta justificar movimientos semiclandestinos con sabor a revancha. Algunos de ellos, al llegar los vientos del Vaticano II, cayeron en cisma. Después del Concilio surgió otra idea espejo de esa rara interpretación del reinado social de Cristo. Nunca se le llamó así; pero su lógica no fue diferente aunque estuviera en el bando político contrario. Cristo era el gran revolucionario y su reino tendría que imponerse a la sociedad, por la fuerza de ser necesario. No llegaron al cisma; pero sí se alejaron tristemente de la Iglesia. En ambos casos se confundió el reinado de Cristo con un orden sociopolítico específico. Las consecuencias de ideologizar la relación con Jesús son graves pues, tarde que temprano, llevan a perder su amistad y con ésta la comunión con la Iglesia.
El Papa ha confirmado en muy diversas ocasiones esta inveterada verdad. La presencia de Cristo Rey está en las antípodas de un programa político. Cristo se vive desde la cruz, en la caridad, por la paz y la esperanza. Así lo afirmó en su memorable discurso al pie del Santuario de la Virgen de Aparecida, Brasil, 2007, para dar inicio a los trabajos de la quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Así lo confirmaron los documentos emanados de aquella memorable reunión en la cual, sin excepción, con caridad y esperanza, fuimos convocados a convertirnos en auténticos discípulos y misioneros de Jesús de Nazaret. El reinado de Cristo es, por sobre todas las cosas, un modo de ser Iglesia en y para el mundo. Benedicto XVI celebrará una misa multitudinaria al pie del Santuario de Cristo Rey, el lugar desde el cual abre sus brazos a la humanidad entera. Habrá que estar muy atentos.