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Anunciación.-Durante la magna misa que celebró Benedicto XVI el día de hoy en el Parque Expo Bicentenario en Silao, Guanajuato, José G. Martín Rábago, arzobispo de León, dirigió unas palabras al Sumo Pontífice donde le aseguró que su visita es un acontecimiento de gracia. “Llego a nuestra tierra patria mexicana en momento en que oramos constantemente . Hemos vivido en estos últimos años acontecimientos de violencia y muerte que se han generado una penosa sensación de temor, impotencia y duelo. Sabemos que esta dramática realidad tiene raíces perversas que la alimenta: la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, la deficiente procuración de justicia, y el cambio cultural que lleva a la convicción de que esta vida solo vale la pena vivirla”.
El arzobispo aseguró que también padecemos una grave crisis de moralidad, porque se ha debilitado y relativizado la experiencia religiosa en algunos sectores de nuestro pueblo, con graves consecuencias en la vivencia y educación de los valores morales.
“Sin embargo la inmensa mayoría de nuestra gente no quiere caminar por caminos de muerte y destrucción, anhela más bien vivir en paz y gozar de la felicidad de Cristo. “Para alcanzar tan legítimos deseos necesitamos predicar el evangelio de la conversión que nos lleve a realizar gestos concretos de justicia y paz”.
Martín Rábago aseguró que se ha orado agradeciendo al Dios de los mortales que nos ha privilegiado eligiéndonos para tener con nosotros al sucesor del apóstol Pedro, al vicario de Cristo, al pastor de la iglesia universal.” Su visita es un acontecimiento de gracia, viene como mensajero de buenas nuevas a reanimarnos e invitarnos a conseguir metas interiores de vida cristiana, viene a alentar los trabajos de la misión continental”.
Dijo a los asistentes que el afán que impulsó a Su Santidad y lo trajo hasta nuestra tierra no es sino realizar el oficio del amor que como Sumo Pontífice le corresponde, hacer presente con sus palabras y ejemplo al supremo pastor y guardián de nuestras almas, Jesucristo que ha visitado y redimido a su pueblo.
“En nombre de todas las patrias hermanas de nuestro continente, en nombre de nuestra patria mexicana y de estas tierras de Cristo Rey y de Santa María Guadalupe, deseamos que Dios bendiga con abundancia su vida y su monasterio. Lo recibimos con respeto, veneración y afecto filial.