@todomexicosomos
ANUNCIACION.- El Papa dijo a los obispos que no están solos ni en el dolor ni en el consuelo, y les instó a estar con los que son marginados por la fuerza, el poder o una riqueza que ignora a quienes carecen de casi todo.
alt“Esperaba con gran ilusión este encuentro con ustedes, pastores de la Iglesia de Cristo que peregrina en México y en los diversos países de este gran continente, como una ocasión de mirar juntos a Cristo que les ha encomendado la hermosa tarea de anunciar el evangelio en estos pueblos de recia raigambre católica. La situación actual de sus diócesis plantea ciertamente retos y dificultades de muy diversa índole. Pero sabiendo que el Señor ha resucitado, podemos proseguir confiados, con la convicción de que el mal no tiene la última palabra de la historia, y que Dios es capaz de abrir nuevos espacios a una esperanza que no defrauda”.
En su mensaje durante el rezo de vísperas en la catedral de León, el Papa dijo a los obispos que el sucesor de Pedro participa de los sentimientos de quienes aplauden en las asambleas del Sínodo de los Obispos, como muestra de fraternidad con sus trabajos apostólicos, a los pastores que trabajan entre espinas, unas en forma de persecución, otras de marginación o menosprecio, con carencia de medios y recursos humanos, o las trabas impuestas a la libertad de la Iglesia en el cumplimiento de su misión.
“Ustedes no están solos en los contratiempos, como tampoco lo están en los logros evangelizadores. Todos estamos unidos en los padecimientos y en la consolación. Sepan que cuentan con un lugar destacado en la plegaria de quien recibió de Cristo el encargo de confirmar en la fe a sus hermanos, que les anima también en la misión de hacer que nuestro Señor Jesucristo sea cada vez más conocido, amado y seguido en estas tierras, sin dejarse amedrentar por las contrariedades”.
Al referirse a los primeros misioneros, cuyo recuerdo vivió aun en los tiempos de independencia hace 200 años, dijo que “ellos lo dieron todo por Cristo, mostrando que el hombre encuentra en él su consistencia y la fuerza necesaria para vivir en plenitud y edificar una sociedad digna del ser humano, como su Creador lo ha querido”.
Sobre el año de la fe, dijo que las iniciativas que se realicen para vivirlo, deben ir encaminadas a conducir a los hombres hacia Cristo, cuya gracia les permitirá dejar las cadenas del pecado que los esclaviza y avanzar hacia la libertad auténtica y responsable. “Queridos hermanos del Episcopado, en el horizonte pastoral y evangelizador que se abre ante nosotros, es de capital relevancia cuidar con gran esmero de los seminaristas, animándolos a que no se precien de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado”.
Para los laicos pidió una atención cada vez más especial y una formación en la fe, ya que dijo “es crucial para hacer presente y fecundo el Evangelio en la sociedad de hoy. Y no es justo que se sientan tratados como quienes apenas cuentan en la Iglesia, no obstante la ilusión que ponen en trabajar en ella según su propia vocación, y el gran sacrificio que a veces les supone esta dedicación. En todo esto, es particularmente importante para los pastores que reine un espíritu de comunión entre sacerdotes, religiosos y laicos, evitando divisiones estériles, críticas y recelos nocivos”.
El Papa invitó a los pastores a ser vigías que “proclamen día y noche la gloria de Dios, que es la vida del hombre. Estén del lado de quienes son marginados por la fuerza, el poder o una riqueza que ignora a quienes carecen de casi todo. La Iglesia no puede separar la alabanza de Dios, del servicio a los hombres. El único Dios Padre y Creador es el que nos ha constituido hermanos: ser hombre es ser hermano y guardián del prójimo. En este camino, junto a toda la humanidad, la Iglesia tiene que revivir y actualizar lo que fue Jesús: El Buen Samaritano, que viniendo de lejos se insertó en la historia de los hombres, nos levantó y se ocupó de nuestra curación”.