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Anunciación.- La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que el llamado turismo religioso está desperdiciado en México.

En un comunicado emitido por la máxima casa de estudios, Enrique Propin Frejomil,  investigador del Departamento de Geografía Económica del Instituto de Geografía, indicó que la secretaría del ramo no lo ha reconocido dentro de sus políticas públicas, a pesar del potencial en el país, y de que podría favorecer a la economía.

El experto expuso que si se implementaran y promocionaran políticas de cobertura y de articulación armónica entre distintos segmentos del mercado turístico, México podría mejorar el lugar que ocupa (décimo), dentro de la economía en este rubro a nivel mundial, y competir con naciones como Francia, Estados Unidos, España y China.

“Eso, incluso, puede ser determinante en la decisión de compra de un paquete, sobre todo de un viajante extranjero”, agregó.

El comunicado informa que alrededor de los centros turísticos tradicionales se pueden ofertar visitas a lugares espirituales; por ejemplo, cerca de Ixtapa se ubica el santuario del Señor de Petatlán, o de Acapulco, el de nuestra señora de la Soledad, o santa Prisca, en Taxco.

Propin Frejomil reconoció que a pesar de que los niveles de inseguridad han afectado al sector, “el que tiene fe, oye, discierne y decide”.

Se denomina turismo a la permanencia de las personas por más de 24 horas fuera de su lugar de residencia, según la Organización Mundial del ramo. Dentro de él, se encuentra el de tipo cultural, y dentro de éste, el religioso.

A diferencia de los sitios de playa, por ejemplo, los referidos no requieren de campañas publicitarias. La mayoría de la gente asiste por fe, o para apreciar festejos y fiestas patronales.

En nuestro territorio, los lugares católicos con ese ingrediente son cinco: en el número uno, se halla la Basílica de Guadalupe, el templo mariano más visitado del mundo, por encima de Lourdes (Francia) y Fátima (Portugal), con alrededor de 20 millones de asistentes.

Le siguen Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, en los Altos de Jalisco; el Santo Niño de Atocha, en Plateros, Zacatecas; el Cristo del Cubilete, en Silao, Guanajuato, y por último, Nuestra Señora de Juquila, en Oaxaca; de éstos, resalta el último caso, pues Santa Catarina Juquila no es una gran ciudad, sitio de paso o de fácil acceso. “Quien va, no va por otro motivo que no sea la fe, y eso le da un arraigo importante al lugar”, opinó el investigador.