Los tropiezos de Enrique Peña Nieto

Sección: Detalles de la historia

Pasadas las elecciones francesas sigue la campaña presidencial en México. Estamos ante la incertidumbre del resultado del 1 de julio y con una guerra de cifras en las encuestas, las cuales bien sabemos que según sea cómo se pregunte y sabiendo de cuestionarios parciales y sesgados paralelos, será como aporten datos dudosos. Hay encuestas que ponen de punteros a unos y a otros candidatos y contamos con medios que callan las que no favorecen al candidato del PRI, ocultándolas. La manipulación en favor de Enrique Peña Nieto es brutal y está crispando a la sociedad mexicana, que avizora una elección de estado, una imposición. Ciertos medios se empeñan para colocarlo como presidente sin mediar elecciones y la sociedad está reaccionando.

Ya hay muchos foros que están contribuyendo a mostrar la realidad de la profunda competencia electoral que prima y rechaza esa manipulación, con lo cual cada vez más, nadie lo declara triunfador a priori y echa por tierra las intentonas del equipo de Peña Nieto. Los ciudadanos están vigilantes y movilizados. Por su parte, el partido Acción Nacional le está haciendo una eficaz campaña avalada por la autoridad electoral, el Instituto Federal Electoral (IFE) consistente en desmentidos que ya tienen nervioso a su equipo, al descubrirse que muchas supuestas soluciones dadas cuando Peña Nieto fue gobernador del Estado de México —vendidas como cumplidas— son mentiras. El PAN le revira todas sus declaraciones y lo exhibe. Y el nerviosismo del PRI crece y es comprensible. El candidato va de traspiés en traspiés y ya resulta evidente para propios y extraños que tiene carencias severas y no es el dios que nos pintaron. Ya resulta elocuente para todos y preocupante para sus allegados, ver sus continuos tropiezos y errores garrafales, ocultados por sus medios de comunicación afines.

Mientras el candidato titubea y evade adelantar cuáles miembros del PRI formarían parte de su gobierno, pues sabe que en 2012 son los mismos impresentables a los que el pueblo de México echó a punta de votos en 2000, Peña rehúye escenarios que no puede controlar y va sin pararse en estados del país donde sabe que nada pinta y nada aporta. Así, se ha consolidado la idea de ser el viejo PRI de siempre. Por ejemplo, en la Ciudad de México de plano solo acude a espacios cerrados, pero el viernes 11 de mayo se tropezó en la Universidad Iberoamericana. Y es que la semana del 6 al 13 de mayo ha sido negra para Peña Nieto. Superó a sus errores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a la que acudió en diciembre y en donde a pregunta de un periodista español, no pudo citar tres libros que marcaron su vida, pese a que fue a presentar uno de su supuesta autoría. Las reacciones fueron tales que su hija retuiteó un mensaje de su novio denigrando al pueblo de México, insultándolo con palabras y expresiones ofensivas, pues escribió: “un saludo a la bola de pendejos que forman parte de la prole y solo critican a quien envidian!” (sic). Causó una gran indignación y su padre debió disculparse.

Los lectores de esta columna deben saber que ya el domingo 6 de mayo Peña Nieto no ganó el debate televisado entre los cuatro candidatos a la presidencia, pues se vio opacado y ajeno a la altura de las circunstancias, exhibido en sus antecedentes de corrupción y sin tablas para salir airoso, quedando claro que si no gana el segundo del 10 de junio, es muy posible que pierda la elección.

La posterior visita a la Ibero el día 11, fue atroz. Por algo la había retrasado. Fue el golpe más profundo hasta entonces a su imagen y a su campaña de supuesto invencible. Fracaso inesperado que cogió desprevenidos a sus asesores. La comunidad de la Ibero, universidad prestigiada perteneciente a la Compañía de Jesús ¬—y por lo tanto, revestida de un favorable carácter reclamante y puntilloso por su propia naturaleza— repudió su visita ¡y de qué manera! Fue Recibido con abucheos y manifestaciones multitudinarias alzando pancartas que decían: ’Asesino’.

Acallados sus simpatizantes, los opositores tuvieron el gran acierto de obligar al candidato a reconocer responsabilidades de su gobierno al frente del Estado de México, por las represiones sangrientas en San Salvador Atenco efectuadas contra campesinos. Era un tema que evadía desde siempre y fue un gran triunfo de los estudiantes, no dispuestos a que su visita fuera una simple pasarela. Y se valieron hábilmente de las redes sociales. A Peña Nieto le han propinado una abolladura de gran calado, debido a que el candidato asumió culpas, obligado a regresarse a retomar el asunto que otra vez rehuía, diciendo:

“(Sobre la responsabilidad de tal represión) [… ] que asumo personalmente para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado Mexicano de hacer uso de la fuerza pública […]”

¡Zas! su dicho, verdadera confesión de parte, ha generado una indignación total y las reacciones de grupos defensores de derechos humanos que le acusan de absoluta impunidad, pues lo de Atenco no fue poco. Recordemos que fue una represión brutal de varias decenas de campesinos que defendían su tierra y a periodistas, que ha dejado al menos dos muertos, y denuncias de tortura sexual (incluso de activistas españolas) seguidas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos y acompañada de la impunidad para los responsables.

De inmediato, en medios masivos los asesores de Peña —algunos egresados de esa casa de estudios— han vejado de forma patética, lacayuna y vergonzante a la comunidad Ibero, lo cual resulta inadmisible. Por fortuna, las redes sociales han jugado un papel fundamental mostrando al mundo entero su actitud de dignidad y de reclamo encomiables, desmintiendo a los miembros del PRI y a sus denostaciones a tan importante universidad a la que han insultado, igual que a la inteligencia de los ciudadanos.

Y es que no ha sido cosa menor lo que declaró Peña. Las palabras de Peña Nieto recuerdan bien al represor presidente priista Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), que asumió su entera responsabilidad frente a la mataza de estudiantes de 1968. Son signos ignominiosos de paralelismos guardados con una etapa oscura de la historia de México, que parece que se repiten.

Peña Nieto salió huyendo de la universidad y la nación se ha enterado de todo lo sucedido. Bochornoso proceder del abanderado. De “peña” ajena, sin duda.