Eduardo Chiu
Anunciación.- Las vías del tren se han vuelto dormitorios, el campamento del migrante ubicado en la colonia Independencia ya no existe lo cerraron argumentando que la inseguridad, bandalismo, violencia y los intentos de violación habían aumentado en esa zona.

Cientos de migrantes centroamericanos se encuentran varados en las calles del municipio de Cuautitlán en el Estado de México, a su suerte tratan de esperar el tren que los conduzca al sueño que inició cuando salieron de casa, cuando las necesidades y la pobreza los llevaron a tomar la determinación de emprender el viaje que significaba, dejar casa,

 familia, la tierra, gastar los zapatos, pasar hambre, sentir la sed como necesidad de explorar un nuevo mundo. El tren no llega y el horizonte se mezcla y se aleja con el humo que despiden las máquinas de vapor.

De Guatemala, Honduras y El Salvador, entre otras nacionalidades, buscan llegar a suelo estadounidense por medio del tren. Cerca de 50, la mayoría hombres se postran en las banquetas aguardando la llegada del vehículo de acero que aun parece lejano. Argumentan que se han encontrado de todo tipo de personas que los discriminan, que los tratan mal y otras que les ofrecen pan y agua.

El Instituto Nacional de Migración (INM), la diócesis de Cuautitlán y vecinos de distintas colonias de ese municipio, acordaron quitar el albergue que dotaba de alimento y otros servicios a cientos de refugiados.

Para ellos lo único que existe es el aquí y ahora, no saben el tiempo que van a seguir esperando, ni el hambre ni sed que puedan aguantar, algunos tienen veinte días, algunos otros menor tiempo, pero las circunstancias casi son las mismas para todos, la mayoría no sabe de sus familias, algunos piensan en regresarse, otras opciones podría ser quedarse en México, pero la mayoría piensa aguantar hasta que llegue el tren que los conduzca al sueño que ellos mismos trazaron.