Anunciación.- El comerciante minorista

o empresario dueño de pequeños comercios no es responsable del alza en los precios, ya que estos se originan en otra parte de la cadena productiva. El comerciante debe trasladar los incrementos que le da el proveedor al consumidor final y en muchas ocasiones, absorbe parte del incremento, sacrificando la utilidad para poder mantenerse en competencia, señaló Enrique Guerrero Ambriz, director general de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México (CANACOPE).
Es patente que ya no existen en México los “precios oficiales” que rigieron el mercado durante los años setentas y ochentas del siglo pasado. Ahora, se dio paso a los precios sugeridos, los cuales son los que rigen el mercado.

La CANACOPE dio a conocer los diversos incrementos en los precios de productos de consumo básico como el huevo, carne y tomate.

• Brócoli: $8 pesos precio promedio por kilo
• Coliflor: $9 pesos precio promedio por pieza
• Calabaza: $5 pesos precio promedio por kilo
• Chayote: $5 pesos precio promedio por kilo
• Jitomate: $8 pesos precio promedio por kilo
• Cebolla: $5 pesos precio promedio por kilo
• Chile poblano: $12 pesos precio promedio por kilo
• Limón: $5 pesos precio promedio por kilo
El precio del huevo se sigue manteniendo en un nivel alto, el cual oscila entre 34 y 36 pesos por kilo al público, lo cual representa un 20 por ciento arriba del precio en que se estabilizó en los primeros días de abril del presente año, que fue de 30 pesos por kilo. El precio del pollo, producto que es considerado alternativo para la dieta del mexicano ante los incrementos en los costos de la carne de res, se sigue manteniendo alto.

Queda claro que el fenómeno de los incrementos de los precios afecta directamente la imagen del pequeño comercio. Dada la naturaleza y dinámica de estos negocios, de estructura familiar en su mayoría, e independientes entre sí; es casi imposible que se dé entre ellos, algún acuerdo de especulación de precios.

Ante esta dinámica, podemos encontrar que un mismo producto sea comercializado en la misma calle con diferentes precios como es el caso de los refrescos, que en tiendas de conveniencia generalmente tienen un precio más alto que en el pequeño comercio tradicional, sin que esto sea motivo de sanción de alguna autoridad.

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