Anunciación.-El pensamiento de nuestros antepasados  refleja  un esfuerzo  de la búsqueda de la verdad y de encontrar el fundamento de la realidad del hombre. Fundación  para la Promoción del Altruismo IAP comparte la  filosofía  de la gran cultura Náhuatl al dejar sentado en sus escritos el  amor que le tenían a la vida del no nacido, así como el valor y protección que le daban los varones  a la mujer  embarazada, todo esto  consta en los siguientes textos recopilados por  Rubén Rodríguez Balderas, médico cirujano por la Universidad Nacional Autónoma de México, Dr. en Teología por la Universidad de Navarra, Españay Vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica AC.

LA GENTE QUE MÁS AMA A SUS HIJOS

‘Legalizar’ el aborto contribuirá a destruir las mejores raíces de nuestra idiosincrasia mexicana, que siempre se ha caracterizado por un gran amor a la vida recién concebida. Nuestro pueblo, desde la cultura prehispánica, ha tenido siempre un profundo respeto y amor por la vida que comienza.
Ya en el siglo XVI los conquistadores se admiraron ante el amor del pueblo náhuatl por sus hijos: ‘por ser la gente que más ama a sus hijos que hay nación en el mundo’.
Los esposos aztecas, cuando sabían que la esposa estaba embarazada, suspendían la vida conyugal, con el fin de no afectar al hijo recién concebido.
Aún en la actualidad muchos continúan llamando tiernamente al hijo más pequeño (y por ende, el más amado) ‘mi xocoyotito’, que en náhuatl significa nada menos que ‘mi fructificación’, ‘mi fructuosidad”.

PADRES E HIJOS SABIOS

El padre, al dar una acertada educación sexual a su hija, le habla con profunda sabiduría acerca de los hijos, fruto natural de la vida sexual: ‘Oye bien, hijita mía, niñita mía: … la tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza… para que no andemos siempre gimiendo, para que no estemos llenos de tristeza, el Señor Nuestro nos dio a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual, por el cual se siembra la gente…’
Abundan los testimonios de ese amor a la vida que se inició en el seno materno, Por ejemplo, la TENONOTZALIZTLI IN TETTAYC QUINONOTZA ye quizcalia in ipiltzin inic qualli, yectli yc monemitiz (EXHORTACIÓN CON QUE EL PADRE ASÍ HABLA, así instruye a su hijo para que bien, rectamente viva): ‘nopiltze, nocuzque, noquetzale, has venido a la vida, has nacido, has venido a salir de la tierra, en la tierra del Señor Nuestro. Te forjó, te dio forma, te hizo nacer Aquel por quien se vive, Dios.. Hemos visto por ti tusmadres, tus padres; y tus tías, tus tíos, tus parientes, han visto porti, han llorado, han sufrido por ti en tanto venías, en tanto nacíassobre la tierra…’

REGOCIJO FAMILIAR

‘Cuando una mujer estaba encinta, la noticia originaba en las dos familias grandes muestras de regocijo y fiestas a las cuales se invitaba a los parientes y a los notables del barrio o de la ciudad.
‘Después de un banquete, un anciano tomaba la palabra en nombre del futuro padre y se dirigía a los notables diciéndoles: …’Oíd, señores que estáis presentes, y todos los demás que aquí estáis, viejos y viejas, canos y canas: sabed que nuestro señor ha hecho misericordia, porque la señora N, moza y recién casada, quiere nuestro señor hacerla misericordia, y poner dentro de ella una piedra preciosa y una pluma rica.’
‘Después tomaban la palabra: un segundo orador en nombre de los parientes; uno de los notables, que se dirigía particularmente a la futura madre, comparándola a un trozo de jade y a un zafiro, y recordando que la vida que ella traía en su seno provenía de la pareja divinaOmetecuhtli-Omecíhuatl; después el padre y la madre de la mujer, y finalmente ella misma, que daba gracias a los asistentes y se preguntaba si merecía la dicha de tener un hijo.
‘…la futura madre recibía, desde bastante tiempo antes de que naciera el niño, atentos cuidados… debía abstenerse de mascar tzictli, por temor de que el paladar y las encías del niño fuesen a inflamarse, lo que impediría al niño alimentarse; no debía enojarse, ni asustarse, y las gentes de la familia quedaban enteradas de que debían proporcionarle todo lo que apeteciera… En suma, durante todo el tiempo anterior al parto, una red de prohibiciones y preceptos tradicionales encerraba a la madre y aún al padre con el fin de proteger al niño.’

DEFENDER NUESTROS VALORES Y COMUNICARLOS A OTROS
¿No deberíamos defender estos valores tan mexicanos, pidiendo a nuestros legisladores, que sigan los sabios ejemplos de nuestros antepasados y que promuevan leyes para proteger a las mujeres embarazadas y a los embriones mexicanos?: eso sí que sería promover el bien común de nuestra gran Nación.
Además, ante la dolorosa realidad de tantos países en que se ha ‘legalizado’ el cruel exterminio de sus propios hijos más débiles, México puede contribuir fuertemente al enriquecimiento de la cultura mundial, aportando sus profundos valores, entre ellos el amor incondicionado a la vida y a la familia.