LA PURIFICACIÓN DE LA MEMORIA
Cuando una persona aprende siempre utiliza la memoria. Es un elemento fundamental y le tenemos que dar su lugar. En el pasado la memoria era un sólido punto de apoyo en la escuela, e incluso se inventaban ejercicios mnemotécnicos que ayudaban a grabarse los datos necesarios para saber algo.
Más adelante, aproximadamente a finales del siglo XIX, la enseñanza avanzó y se descubrieron nuevos modos de aprendizaje, pero no se supo adecuar la importancia de la memoria y, muchas veces, el hecho de aprender de memoria se llegó a descalificar. De alguna manera ese enfoque ha repercutido negativamente en el desarrollo humano.
La memoria es indispensable para aprovechar las experiencias buenas y no volver a cometer errores. La memoria conserva la identidad de la persona y sus raíces, también es necesaria para configurar la identidad de un país. A veces se habla de la memoria histórica para honrar a los héroes patrios o sucesos donde la patria ha destacado.
Pero para aprovechar suficientemente esos recuerdos es muy bueno reflexionar sobre ellos, si fueron justos, si sirvieron para mejorar, si se aprovecharon para forjan mejores proyectos. Y un largo etcétera. Porque también pudieron haberse aplicado y olvidado, e incluso haberlos ocultado para que otros no los aprovecharan.
Pero como también hay sucesos dolorosos, es necesaria la purificación de la memoria para evitar el rencor, el encono, el odio. Esas respuestas no son sanas, hacen daño a la persona y a la sociedad. Eso está ocurriendo muchas veces y culpamos a la memoria. Pero no, la memoria no es mala lo malo es la aplicación que le damos: si nos desgasta o se impone la nostalgia.
Otro segundo modo de purificar la memoria es no dejar que los recuerdos nos atrapen en el pasado. Se trata de aprovechar los sucesos anteriores para plantear metas o para diseñar proyectos más sólidos y realistas. La memoria es una ayuda invaluable para no cometer los mismos errores, para simplificar los procesos y aprovechar mejor los recursos.
