Anunciación.- Hoy inicia la Pascua judía (Pésaj) y culminará el 30 de abril. Por lo que la comunidad judía de todo el mundo está de fiesta. Esta conmemoración constituye una importante y alegre festividad que tiene junto con su contenido histórico, un sentido relacionado con la naturaleza. No sólo es símbolo de la libertad del pueblo judío guiado por el profeta Moisés, quien por instrucciones divinas liberó a los judíos de la esclavitud en Egipto y los condujo al pie del Monte Sinaí en donde recibió la Ley Divina, sino también festeja la llegada de la primavera.

Pésajconmemora dos transformaciones: la del esclavo en hombre libre y la del suelo estéril en un campo fértil. Se considera que es en Pésaj cuando el pueblo judío festeja el aniversario de su nacimiento.

El rasgo más característico de la celebración es el consumo de la matzá, pan o galleta ázima, preparada únicamente de trigo y agua que representa el pan que comían los judíos en el desierto a su salida de Egipto. La matzá es denominada también “pan de la pobreza” ya que además de mantener despierto en cada judío el recuerdo de los tiempos de opresión en Egipto, lo induce a velar por el derecho del prójimo y ayudar al necesitado. 

Durante ocho días los judíos no pueden comer ni poseer ningún alimento que contenga levadura. En vísperas de la fiesta, en todo hogar judío se debe realizar una limpieza para eliminar cualquier rastro de algún alimento de este tipo. Se acostumbra cambiar vajillas y enseres de cocina con el objeto de cumplir con el precepto.

Durante la primera noche de Pésaj (en la Diáspora, durante las dos primeras noches), las familias judías se reúnen en sus hogares y llevan a cabo una cena denominada séderesta palabra significa orden y se refiere al servicio religioso que incluye una comida festiva acompañada de un ritual específico que la diferencia de otras cenas. Está lleno de símbolos y tradiciones milenarias cuyo objetivo es revivir las experiencias de la esclavitud, el éxodo y la libertad, y transmitirlas a las futuras generaciones.

La noche del séder reluce, con los elementos simbólicos que la componen, de una manera muy especial. Invita a la reflexión de los adultos y al interrogatorio por parte de los niños. Su liturgia está condicionada al precepto bíblico que dice: “Contarás a tu hijo en esta noche, diciendo: Dios me ha sacado de Egipto”. Se lee la Hagadá de Pésaj, pequeño libro que relata la salida de Egipto, que además de incluir el orden que debe llevar la cena, contiene alegres cánticos y bendiciones.

En la mesa del festejo se coloca una bandeja llamado keará con los siguientes alimentos que simbolizan diversas facetas de la festividad:

Maror: hierbas amargas para conmemorar los tiempos difíciles que los judíos vivieron en Egipto como esclavos.

Jarozet: mezcla de manzanas, nueces y vino que representa el barro utilizado para los ladrillos con los que los judíos realizaban las forzadas labores que les impusieron los egipcios.

Karpás: verdura que puede ser lechuga, apio y rábanos. Se acostumbra a remojar estos vegetales en agua con sal, como símbolo de las lágrimas de la opresión.

Zeroa: mano de cordero o hueso asado en recuerdo del cordero que antiguamente se sacrificaba en la Pascua.

Beitzá: huevo cocido que representa la vida, además de simbolizar el duelo por la pérdida del Segundo Templo.

Matzá o pan ázimo: rememora la prisa con la que los judíos salieron de Egipto, sin poder esperar a que el pan se fermentara.