Anunciación.- La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a través de su secretario general, monseñor Alfonso Miranda Guardiola, hizo eco del mensaje del Papa Francisco al inicio de esta cuaresma, invitándonos a intensificar y comprender la vida del espíritu centrando al otro como un don. “En este momento de la historia queremos resaltar que es un tiempo propicio para centrar al migrante como un “don” de Dios”.
La palabra cuaresma significa “cuarenta” y hace referencia a los cuarenta días de intensa preparación para la fiesta más importante de nuestra fe, la Pascua. Esto surgió por el deseo de imitar el retiro de Jesús en el desierto, a l inicio de su vida pública. En las Sagradas Escrituras el número cuarenta está cargado de un simbolismo que expresa preparación intensa o purificación.
Al hablar sobre los migrantes, monseñor Miranda Guardiola, dijo que la Iglesia en México realiza una tarea incesante de apoyo a los migrantes; por ello, ahora es necesario dar a conocer sobre la atención que se brinda en los más de 70 lugares que actualmente ofrecen atención a los migrantes, para sensibilizar e invitar a actuar a los ciudadanos.
Al hablar de casas de migrantes hizo referencia a los albergues, comedores, centros de apoyo, parroquias y módulos de atención que acompañan a estas personas. Dichas casas son administradas por la Iglesia Católica, por algunos grupos de pastoral, congregaciones religiosas, laicos comprometidos, así como por iglesias cristianas, Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y gobierno.
“Las casas se encuentran distribuidas a lo largo del país y se concentran principalmente en tres regiones: la frontera norte, sur y centro del país punto neurálgico para el tránsito migratorio al interior del país”.
Miranda Guardiola, enfatizó que es momento de involucrarse para asistir a esta población de hermanos que están en abandonado y que además son tan discriminados. “En las casas de migrantes los voluntarios que sirven ofrecen sus servicios, son insuficientes, ya que en los albergues pueden llegar a atender desde 15, hasta más de 300 personas por día”.
“Las casas de migrantes se convierten en la primera acogida del migrante en tránsito o deportado, asimismo, expresan de parte de la Iglesia que nadie es ilegal ni inmigrante y por ello son capaces de brindar ayuda espiritual y moral. Además, son un refugio porque les dan protección, techo, agua, alimento, vestido y calzado. Y porque ahí son cuidados contra todo tipo de violación a su dignidad y a sus derechos. Son un amparo para los menores de edad, en tránsito, brindan con generosidad su tiempo y sus recursos y ofrecen acompañamiento a su regreso a casa, cuando se amerita”.
El secretario general de la CEM, hizo un llamado a la comunidad católica: a los estudiantes, a los trabajadores y a los empresarios a promover acciones concretas en beneficio de estas personas, para acompañarlos desde nuestras trincheras.
“Agradecemos a todos los que están trabajando en favor de nuestros hermanos migrantes. Sabemos que el esfuerzo es mucho y las manos pocas, para atender con amor y caridad a quienes necesitan de nosotros. Jesús también fue migrante, anduvo cansado, hambriento y fue discriminado por ser extranjero. Ustedes representan todos esos hogares en donde Jesús encontró un lugar para descansar, un alimento para recuperar las fuerzas, y una escucha atenta y compasiva. Sepan que el voluntariado que practican es reconocido y valorado por Cristo y por la Iglesia”.
Informes
Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM)
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