Margarita Robleda Moguel

Anunciación.- Casi como una travesura, surgió la idea de cruzar el país en carro. ¡Se dicen tantas cosas! ¿Cómo? ¿Dos mujeres solas? ¿No saben de los peligros que asechan por los caminos? Por ideas como estas, rumores y realidades, hemos optado por encerrarnos en casa y viajar únicamente en la pobreza y comodidad del “Discovey Channel”.
Salimos de Mérida, Yucatán, muy de mañanita y nos enfilamos rumbo a Sonora. El tanque lleno, la curiosidad encendida y un enorme deseo de pasarla bien. ¿La verdad? Fue un viaje maravilloso en el que disfrutamos delicias locales, paisajes espectaculares y el cariño de parientes que tuvimos oportunidad de visitar. En realidad, los “malosos” no resultaron los que nos dijeron serían, estos, o estaban disfrazados o de vacaciones al igual que todo el país. Lo que nos sacudía de temor, era la visión de la infinidad de casetas de cobro que sentíamos como un asalto en despoblado. Una tras otra, en filita, drenando nuestro bolsillo a cambio de carreteras mal hechas y/o en reparación, y nosotras, Impotentes y sin tener alguien a quien reclamar.
De pronto caímos en cuenta de que las prisas por llegar nos han robado lo importante; el disfrute de las poblaciones, de los pueblos, las delicias que ya no encontraremos más adelante, ni en esa especie de hongos que pululan por todo el país, ofreciéndonos las mismas mercancías, y que arrasaron con las tienditas de la esquina con sus polvorones caseros y lo diferente.
Abiertas a conocer nuevas propuestas culinarias, disfrutamos las empanadas de jaiba y camarón en Campeche, el mole y mixiote en Puebla, las enchiladas queretanas, las quesadillas de camarón estilo Sinaloa, las tostadas de jaiba y mariscos en Mazatlán… Valles, montañas, desiertos, selvas, ríos, atardeceres de ensueño. Cuando pasamos por las Cumbres de Maltrata, recordé la ocasión en que inventé “No es lo mismo las Cumbres de Maltrata, que, qué maltratada nos dieron las cumbres”. La ventaja de la edad, es que ya hay muchos caminos recorridos y fue lindo cruzar tan facilmente el puente de Cdad del Carmen y recordar los tiempos, que nos parecían eternos, entre chaquistes y esperas, a la panga que nos cruzaría a pasajeros, autobuses y automóviles, por ambos extremos de la isla.
En Jalisco, por la libre, llegamos a Tequila y Carmen Alicia disfrutó una nieve de vino tinto con moras y asiento de dulce de agave que nunca habría probado por la prisa de llegar a ninguna parte.
Ah, nuestro México querido, el miedo no nos va a encerrar, porque si así fuera, estaríamos permitiendo que ganen los otros, y la curiosidad, la alegría y la libertad… no vamos a permitir que nos la robe nadie.