Anunciación.- Nos presentamos y me pidieron ponerme un antifaz para dormir. Jesús Arizmendi, mi jefe, me comentó de la invitación extendida por la directora de la Escuela para entrenamiento de perros guía para ciegos I.A.P., la Lic. Silvia Lozada, para desayunar el día de la entrevista pero jamás comentó bajo cuál circunstancia ¿Cuál fue mi impresión con el hecho de ponerme el antifaz, caminar e intentar desayunar? Había tenido la oportunidad de realizar diversos ejercicios de teatro en las que se me pedía deshacerme del sentido de la vista, pero nunca antes había intentado comer con un antifaz para dormir puesto. Me fascinó emocionalmente esa actividad porque, qué mejor modo de darle la bienvenida a alguien a una institución tan comprometida socialmente, dinámica en su desarrollo y humilde para con el otro, como la es la escuela de perros guía, al darle la oportunidad de colocarse en los zapatos de la persona con discapacidad visual.
La actividad fue momentánea, pues al rato de intentar de finalizar mi complicada tarea (exquisito platillo acompañado de un delicioso café de olla), la Lic. Silvia me permitió tener, de nuevo, la posibilidad de ver. En seguida, platicamos acerca de los aventurados y arduos compromisos desde el nacimiento de la institución. Ellos, desde hace 22 años, han contribuido al bienestar, independencia, movilidad y autoestima de sus beneficiarios, personas de escasos recursos con discapacidad visual. Esto lo han logrado por medio de su rehabilitación integral y la donación de perros guía entrenados aquí, en México.
En el contexto mexicano, me platicaba la licenciada, las principales problemáticas de las personas con discapacidad visual son la movilidad limitada por una infraestructura poco incluyente, una dependencia de las personas de su alrededor, la discriminación provocando un desprendimiento social, la depresión, entre otras. Sin embargo, la institución intenta contrarrestar estos graves problemas, para brindarle la posibilidad de mejorar la calidad de vida a la persona con discapacidad visual a partir de apoyo psicológico, actividades de orientación y movilidad con la actual situación de las zonas urbanas mexicanas, ejercicios de la vida cotidiana, ejercicios de lectura y de escritura de braille, entre muchas otras actividades. De esta forma han contribuido con el desarrollo de sus beneficiarios, diciéndoles con esos ejercicios que son tan capaces como cualquier otra persona con o sin discapacidad visual.
Los trabajos aquí realizados resultan complejos. Platicando especialmente con Beatriz Cervantes, trabajadora social, y con Joaquín Cruz, uno de los instructores de perros guía de la institución, la tarea, por ejemplo, de adiestramiento de perros guía requiere de un trabajo disciplinado, constante y amplio. La dificultad no es sólo con el perro, sino también con la persona que va a recibir al perro guía, de lo que hablaremos en el siguiente párrafo. Además, el costo de inversión total por cada uno de los perros guía se eleva a los $300,000 pesos, sumando aquí todos los recursos materiales y humanos desde la crianza hasta la jubilación del mismo perro.
El proceso de adiestramiento de perros guía es uno de dos años, del cual no llegan a graduarse todos los entrenados. Dentro de sus instalaciones cuentan con habitaciones especiales, en las cuales los beneficiarios de los perros, conviven con los perros día y noche durante un tiempo aproximado de un mes para formar a lo que ellos llaman “el binomio”. Es decir, el beneficiario recibe una capacitación para poder comunicarse eficazmente con el perro, de modo que ambos puedan entenderse y concretar el binomio, ya que, al igual que los humanos, cada perro posee un carácter y actitud singular. Ésta última es, por ejemplo, una de las complejidades por atender.
Tuve la fortuna de acompañar a Joaquín en uno de sus ejercicios con una de sus perros guía, su nombre era Jackie. Ella, además de ser muy bonita, era muy inteligente. Mientras caminábamos por la calle, Jackie guiaba perfectamente al instructor a partir de palabras cortas en inglés y él actuaba como si fuera un ciego, de modo que la puso a prueba frente a mí. Caminaba y guiaba de modo que protegía al instructor de chocar con cualquier objeto o persona en el camino, no avanzaba en caso de encontrar una banqueta muy alta o riesgo de caer a una zanja, no se distraía ante los cuantiosos puestos de comida, evitaba a los perros callejeros, entre otras cosas. Joaquín me contó de la dieta y cuidados especiales de los perros guía y me enfatizó la importancia del desarrollo del binomio a partir de que cada persona con un perro guía es tan disciplinado como el beneficiario lo quiere.
Después de un recorrido por sus instalaciones, y de tener la oportunidad de conocer a la mayoría de los trabajadores, me quedó claro el compromiso personal de cada uno de ellos para con la institución al esforzarse por lograr un bienestar en la vida de las personas con discapacidad visual. La institución, pude apreciar, es una bien comprometida socialmente que ha trabajado por salir adelante ella misma acompañado de sus beneficiarios. Además, me gustaría mencionar el orgullo que la institución siente al ser la primera escuela para perros guía para ciegos en Latinoamérica.
Me gustaría concluir extendiendo la invitación a las personas o empresas a contribuir con donaciones económicas o en especie con la institución. Sin el apoyo de todos nosotros no podríamos dar la oportunidad a las personas con discapacidad visual de mejorar su calidad de vida. Los invito a acceder al sitio de internet de la institución http://www.perrosguia.org.mx/y a contribuir con la gran causa que persigue.
Nota por Pedro López del Campo
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Dirección de la escuela: Avenida Canal Nacional #1075, Col. Villa Quietud, Coyoacán, Ciudad de México, CP 04960.
Teléfonos: 5673 1587 / 5673 6464