Anunciación.- A partir de los datos del Censo de Población y Vivienda del INEGI 2010, en México hay 15.7 millones de personas de las cuales 6.9 millones hablan alguna lengua indígena y 9.1 millones se reconocen indígenas aunque no hablen alguna lengua. Es decir, prácticamente el 14% de la población mexicana es indígena, aunque históricamente los indígenas han sido discriminados política, económica, social y culturalmente. En el caso específico de los niños, las niñas y los adolescentes indígenas, de acuerdo con los resultados del estudio sobre pobreza y derechos sociales realizado por CONEVAL y UNICEF, éstos se encuentran en una mayor proporción entre los grupos en situación de pobreza, especialmente en la población en situación de pobreza extrema.
Ser un niño indígena en situación vulnerable implica una variedad de factores que van desde ausencia o deficiencia de servicios básicos de agua, drenaje, luz, servicios de salud, educación hasta la falta de oportunidades para la creación de proyectos productivos y sociales para generar y desarrollar riqueza en su lugar de origen. De estas carencias se deriva la pérdida de identidad, la migración, el abandono del campo y en general una afectación negativa de las familias indígenas.
De ahí la importancia de tener una visión fortalecedora de la identidad del niño indígena como autogenerador de desarrollo de él mismo y su entorno. Para muestra de este enfoque social mencionemos a la institución de Asistencia Privada Un Amor Tan Grande a los Niños, I.A.P., que es una organización legalmente constituida, sin fines de lucro dedicada a mejorar la calidad de vida de los niños, sus familias del municipio de Malinalco, en el Estado de México, en comunidades conformadas por etnias tlahuica y nahua.
La institución ha creado programas para la atención inmediata de las necesidades básicas de los niños en sus comunidades, tales como salud, educación y nutrición, aspectos que consideran sustanciales para el desarrollo comunitario. Sin embargo, sin lugar a duda, el factor que más impacta en la transformación de la comunidad es el amor, ya que estos programas no serían exitosos sin la entrega y el impulso con el que la organización lleva a cabo su trabajo.
El programa que brinda Un amor tan grande a los niños I.A.P. está diseñado para impactar cada aspecto de la vida de un niño. Se promueve la concientización infantil a través de un modelo de salud participativa. El programa está integrado por talleres de salud preventiva, campañas sanitarias en beneficio de la comunidad. Un Amor tan grande a los Niños I.A.P. les capacita en aspectos que previenen enfermedades recurrentes, derivados generalmente por falta de información y malos hábitos de higiene. Por su parte la propuesta educativa se basa en cuatro ejes: Aprender a ser, como un derecho a su identidad personal y cultural; Aprender a Convivir, en donde se fomentan los valores de inclusión, equidad y tolerancia: Aprender a Hacer, donde se integra la conciencia sobre su participación y autogestión para el desarrollo de sí mismo y de la comunidad; y, Aprender a Aprender, enfocado en el estímulo de habilidades y destrezas para el desarrollo humano. En materia de nutrición Un Amor tan grande a los Niños I.A.P. imparte talleres a mujeres, hombres, niños y niñas respecto a las medidas básicas para tener una adecuada nutrición considerando los recursos económicos y naturales con los que disponen.
Muchas veces la mejor manera de impactar en la vida de un niño es mejorar su entorno al hacer esto el niño ve de una manera diferente su futuro y sus ganas de luchar, es por ello que al mejorar la vida de un niño hoy, mañana esa comunidad tendrá mejores expectativas y su gente un mejor proyecto de vida.