Anunciación.- Recientemente visité PAIDI, una Institución de Asistencia Privada con un proyecto fresco y bastante ambicioso. A través de diversos programas, la organización ayuda a los niños y jóvenes, de entre 4 y 17 años, en situación de vulnerabilidad a conseguir un desarrollo pleno en su crecimiento. El objetivo de la institución pretende ser íntegro, pues diversas áreas al interior trabajan conjuntamente para que sus beneficiados alcancen un bienestar emocional, familiar, social y físico pleno. Pero fue el júbilo enérgico de las niñas y niños lo que me convenció del compromiso de los actores al interior de la organización, quienes me recibieron con enormes sonrisas y me contagiaron su entusiasmo.

Recorrí las instalaciones de la organización, ubicada a un par de cuadras del metro Camarones, y tuve la oportunidad de platicar con Mariamar Estrada Buitrón, fundadora y directora del Patronato de la misma institución. Ella ha trabajado 18 años en instituciones atendiendo a personas en situación vulnerable. PAIDI, que significa “niños” y proviene de una raíz griega, nace con la intención ambiciosa de lograr un bienestar íntegro, a través de un desarrollo académico, nutricional y emocional, de la mayor cantidad de población a la que se puedan acercar. En palabras de la fundadora “no hay salud, sino está completa”.

Atendiendo a menores de entre 4 y 17 años, la Institución basa su ardua labor a partir de un programa de investigación de una doctora del CONACYT, en la que se concretan específicamente 18 indicadores de salud mental para niñas y niños mexicanos, los cuáles son aplicables a jóvenes de 6 a 19 años. Pero el anhelo se extiende a los padres de familia o entorno íntimo al menor, pues reconocen que también es labor relevante para el padre o madre, en caso de haberlos, con quienes trabajan de cerca periódicamente.

Bárbara Arizmendi, psicóloga y encargada de la coordinación psicosocial de la organización, me comentó sobre el proceso con cada uno de los menores. Desde el inicio, se evalúa el bienestar emocional del menor, a partir de una reconstrucción historial académica, emocional, familiar y social. Igualmente se indaga sobre las causas que provocan el ingreso del menor a la institución y se acompaña a la familia del menor y al menor, revisando su proceso de adaptación por el desprendimiento del niño de su familia e ingreso a la vida diaria a la organización. Además, ella remarca sobre la importancia de trabajar en red, pues existe una comunicación interna constante entre las distintas unidades y ello ayuda a conocer sobre cambios en el estado de ánimo, conducta y/o rendimiento educativo. De esta manera logran, por ejemplo, apoyarse, para una intervención más oportuna, en la situación académica de los menores.

Pero es realmente importante trabajar con el compromiso, atención y cuidados que lo hacen, cuando los menores atendidos se encontraron en condiciones de maltrato, abuso sexual, violencia intrafamiliar, sin atención y cuidados, entre otras. Algunos menores crecieron, hasta poco antes de los seis años, en reclusorios, debido a que sus madres cumplían una pena judicial. Por lo que, esas y las otras causas de su desprendimiento familiar, traen consigo una serie de consecuencias graves, viéndose afectados por crisis de ansiedad, trastornos de conductas, depresión, hiperactividad, déficit de atención y problemas de aprendizaje. Todo ello, a su vez, complicando su inserción en algún núcleo social.

Acertadamente, la institución cuenta con una serie de programas que propician un crecimiento en favor del desarrollo pleno del menor. Uno de sus programas pretende construir un tejido familiar, comunitario y académico para fortalecer el trabajo llevado a cabo dentro de la organización. Puesto que se requiere de la participación dela mayoría, se tiene el contacto con la comunidad cercana para repercutir de manera favorable en la vida cotidiana del niño. Debido principalmente a que la situación de los menores se puede complicar, se estima que ellos permanezcan, como máximo, dos años al interior. REDES es otro programa, con el cual se acercan, en colectivo con farmacias y tiendas, a comunidades en situación de vulnerabilidad. Protección permanente es, por último, otro de los programas que pretende apoyar y dar protección a los jóvenes mayores de 18 años, que trabajan y estudian, hasta que ellos puedan alcanzar una subsistencia por su propia cuenta.

Complementando su crecimiento al interior de las distintas áreas de la institución, establecen vínculos y asociaciones con escuelas públicas y privadas, trayendo con ello beneficios como, por ejemplo, el pago de becas a los menores. La institución, a su vez, permanece en constante comunicación con los departamentos de vinculación de las escuelas, para conocer el rendimiento y comportamiento de los menores.

Actualmente la IAP acoge a 29 menores en sus instalaciones, apoyándolos incansablemente a partir de sus distintas áreas. La labor resulta cansada, ardua e inagotable pero también gratificante y calurosa, como bien lo expresaron la Directora, la coordinadora de la unidad psicosocial y la trabajadora social, con quienes tuve la oportunidad de platicar. Conviven diariamente con ellos, conocen sus alegrías, tristezas y las desafortunadas situaciones por las que han transitado, pero trabajan conjuntamente para ayudar a alcanzar la estabilidad en los menores.

Pero la organización necesita seguir trabajando en red. Es por ello que te invito a donar, ya sea en moneda o en especie, a la IAP, para que continúe con sus programas altruistas, acercándose a los menores en situación de vulnerabilidad, porque se preocupa por ellos con una visión íntegra sobre su objetivo: propiciar un desarrollo estable en todos los sentidos de la vida del menor.

Visita su página web: https://www.paidi.org/
¿Deseas donar en moneda o en especie o te gustaría ser voluntaria o voluntario? Contáctate con la institución al siguiente correo: fundacion@paidi.org
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Nota escrita por Pedro Jacobo López del Campo
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