La fiesta en familia

23 abril, 2021

Tenemos más de un año con unas circunstancias de reclusión muy especiales debido a la pandemia. Esto nos ha obligado a reducir nuestro espacio a los muros que delimitan nuestra casa, y además allí, se concentraron nuestras actividades: las habituales y todas las que realizábamos en otros sitios y, eso mismo les sucedió a todos los demás miembros de la familia.

La adaptación ha exigido mucho, por la multiplicación de las tareas de todos en el mismo sitio, ocasionando demasiadas incomodidades, pero también por el espectro de la enfermedad que nos asustó dado el desconocimiento para afrontarla y por la gravedad de las consecuencias en los enfermos, y en la velocidad de propagación.

Seguramente en muchos momentos perdimos la serenidad y sentimos vergüenza por nuestras reacciones, pero estamos a tiempo de rectificar y fomentar actividades gratificantes. Una puede ser la de fomentar las fiestas. No se trata de grandes montajes sino de hacer divertido lo cotidiano, buscando pretextos que hagan descansar y diviertan.

La fiesta es un modo de cultivar el ingenio para pasarla bien y para que los demás disfruten. Es un modo de donarse mutuamente, cada persona se convierte en un regalo para los demás y enriquece los gratos recuerdos. Las mejores fiestas son aquellas en las que todos participan, todos palpan el cariño. Además de divertirse, descansan entreteniéndose unos a otros.

La fiesta pone de buen humor y, con ese estado de ánimo es más fácil olvidar agravios, que seguramente los ha habido. Al reconocer la entrega de unos por otros para pasar un rato agradable, se revaloran los cónyuges, los hermanos y los padres con los hijos. Esos ratos de esparcimiento contrarrestan las tensiones.

Necesariamente en esos ratos se agranda el cariño de unos por otros porque se contrarresta el egoísmo al querer dar a los demás un rato agradable. Se fomenta ver el lado divertido de la vida y se saca lo mejor de cada uno. Se aprende a alternar el trabajo y el descanso.