ACTITUDES POSITIVAS HACIA LA VIDA
Actitud del caos. Si no planifico, planifico el fracaso. Evitar el “ahí se va”.
Actitud prointeligente (o de la causa – efecto). Es imprescindible que cada efecto implique una causa proporcionada, concreta y específica. Mis pensamientos son la causa y mis acciones los efectos. Lo que hago, eso recogeré.
Actitud de afirmación. Lo que yo crea con fuerza, pondré los medios para conquistarlo. Yo actúo en función de lo que creo. Si no desisto, lo conseguiré.
Actitud de seguridad. Lo que espere, eso obtendré. Pongámonos metas altas.
Actitud de atracción. Si mis pensamientos son positivos: atraeré personas y circunstancias positivas, en armonía con mis pensamientos. Si soy negativo, si no pienso, si me dejo llevar, veré el mundo negro y me sucederán (porque yo las provoco) cosas indeseables.
Actitud de concentración. Hasta la persona más inteligente, necesita concentrarse en sus objetivos. Aquello en lo que reiteradamente me concentré, lo iré construyendo hasta hacerlo realidad.
Actitud de madurez. Si tengo virtudes como la alegría, lealtad, sinceridad, veracidad, naturalidad, sencillez, nobleza, gratitud, laboriosidad, etc., humanamente seré maduro.
Actitud de reemplazo. Yo puedo cambiar pensamientos inútiles o nocivos por pensamientos útiles o benéficos. O al revés, todo depende de lo que elija.
Actitud constructiva. No admito el desánimo, ni la desconfianza, ni la cobardía ni la pereza, porque antes he elegido el ánimo, la confianza, la audacia y la diligencia.
Actitud de compensación. Casi siempre es mejor dar que recibir. Mientras más nos entregamos, crece nuestra capacidad de darnos y de servir.
Actitud creativa. Todo cambio lo puedo llevar a cabo con nuevas ideas. Puesto que las ideas no tienen límite, el potencial de cambio no tiene fin.
Actitud de concentración y estudio. Para lograr la creatividad, es preciso la concentración y el estudio (análisis) previo, con el fin de adquirir nuevos enfoques e ideas.
Actitud de confianza en los propios talentos. Cualquier idea, plan o meta que me ponga, si la visualizo y me entusiasmo con ella, mi subconsciente irá organizando el mundo de personas y experiencias, para que ese plan se haga realidad.
Actitud hacia la práctica inteligente. Cualquier cosa que uno haga bien, y de modo repetitivo, se convertirá en nueva cualidad (virtud) y/o habilidad. Se entiende que la virtud es la práctica del bien.
Actitud hacia el buen trato con los demás. Cualquier pensamiento o acción que mejore el trato con uno mismo, en el mismo sentido mejorará mi trato con los demás. Es conveniente tratarse con delicadeza extrema.
Actitud hacia la elección. Cada decisión que tomó, se apoya en una elección previa.
Actitud hacia la expresividad. Todo lo que se imprime en mi mente, de un modo insospechado, influye o actúa en mi organización psicológica y se vierte hacia afuera. Lo que tengo dentro, eso es lo que expreso hacia fuera.
Actitud hacia la autenticidad. Tengo que ser yo mismo y aceptarme. Si tomo una decisión específica y la mantengo queriendo mejorar un aspecto de mi vida, la tendencia será hacia el cambio en la tendencia escogida. Si no me decido, o no soy constante, el resultado será la inercia, que imposibilita toda superación.
Actitud hacia el perdón. Si puedo perdonar y olvidar las ofensas –reales o imaginadas del otro-, es porque yo me he perdonado a mí mismo y he olvidado, me he comprendido, corregido y no me recrimino.
Actitud hacia el mejoramiento. Si yo mejoro, puedo renovar a los demás.
Actitud hacia el autodominio. Si tengo sentimientos positivos, es porque previamente he tenido ideas positivas que me dan un sano aprecio de mí mismo y me permiten auto poseerme para poder darme a los demás. Nadie da lo que no tiene.