Bajo el manto de nuestra Madre de Guadalupe
El Papa Francisco nos envía el siguiente mensaje y con sus palabras nos enseña la manera de recibir los acontecimientos y así poder tener una actitud activa dispuesta a buscar soluciones, dispuesta a superar los problemas, dispuesta a innovar, dispuesta a compartir.
“Frente a estos grandes desafíos, pidámosle a la Guadalupana que nuestra tierra latinoamericana no se desmadre, es decir: que no pierda la memoria de su madre. Que la crisis lejos de separarnos nos ayude a recuperar y valorar la conciencia de ese mestizaje común que nos hermana y nos vuelve hijos de un mismo Padre. Una vez más nos hará bien recordar que la unidad es superior al conflicto. Que su manto, su manto de Madre y de Mujer, nos cobije en un solo pueblo”.
Saber que tenemos una Madre en común, la Santísima Virgen, nos da seguridad personal porque Ella al decirle a Juan Diego que está en su regazo nos lo dice a cada uno. Por lo tanto, esas palabras son una inyección de seguridad y de confianza al saber que estamos bajo su manto y nos mira y nos cuida.
Pero esas mismas palabras las dice a todos los que se acercan a Ella. Nos dice que es nuestra Madre. Entonces nuestra actitud hacia los demás es de saber que somos hermanos. Por lo tanto, la unidad que nos pide el Papa Francisco es importante cuidarla, fomentarla, y eliminar todo lo que nos confronte o nos meta en bandos distintos. Esa unidad en primer lugar la tenemos que cultivar en nuestro corazón y disfrutar que somos todos hijos de la misma Madre y no queremos hacerla sufrir con envidias o egoísmos.
En la primera quincena del mes de diciembre tenemos dos fiestas grandes de Nuestra Señora. El día ocho es la Inmaculada Concepción. En esa fecha celebramos la pureza de la Virgen. No tiene ninguna mancha de pecado para que entre Ella y Jesús, su Hijo, no haya nada que los separe.
Y el día 12, la fiesta de la Emperatriz de América. La celebraremos de un modo muy distinto al de todos los años anteriores, por la pandemia que todavía sufrimos. Pero, trataremos de acudir a Ella para suplicar la salud de los pueblos, y para decirle con todo cariño que queremos seguir en su regazo, que no permita que nos apartemos.