La milicia que todos debemos practicar
En esta tierra nuestro destino es esforzarnos para lograr todo aquello que necesitamos para vivir una vida digna. Es un error soñar con lo fácil porque el esfuerzo que realicemos nos viene muy bien, nos mejora, NOS HACE FUERTES, nos asegura la preparación para afrontar el porvenir. Sin embargo, como la meta es alta y supera nuestras cualidades necesitamos aliados fieles.
Ellos son los ángeles custodios. Y no hablo de esoterismo, este es un proyecto del enemigo de Dios y de sus compañeros inventado para desviarnos y frustrar nuestro maravilloso destino. Lo esotérico es un camino ingeniosamente diseñado por el diablo para confundirnos, para engañarnos y no acudir a los ángeles, y así, poder luchar de tú a tú con los demonios. Sin la ayuda de los ángeles estamos perdidos.
La estrategia del demonio es ocultarse y presentar engañosamente a los ángeles. El tema es muy actual, esto explica tanto mal en el mundo. El exorcista padre Amorth dice: hay muchos que incluso dentro de la Iglesia no creen en la existencia del diablo. Hay muchos exégetas que aseguran: la existencia del demonio es un problema superado.
Para no errar en el conocimiento de nuestros aliados tenemos el Catecismo de la Iglesia, allí claramente explican quiénes son los ángeles. El tema viene al caso porque el mes de septiembre termina con el festejo de tres Arcángeles, muy buenos protagonistas y colaboradores en la historia de la humanidad: Miguel, Gabriel y Rafael, el día 29.
Y, en el mes de octubre, el día 2 celebramos la fiesta de los santos ángeles custodios. Cada persona tenemos un compañero que nos inspira para hacer el bien, durante toda nuestra existencia. Esa es su misión, pero espera que aceptemos su ayuda, espera nuestra invocación, no puede irrumpir sin nuestro consentimiento. Son profundamente respetuosos de nuestra libertad.
Para esa función creó Dios a los ángeles de la guarda, no son cuentos infantiles, son una realidad. No son almas de los humanos difuntos que andan flotando, esto sería una consecuencia de la muerte y un producto de la separación del cuerpo y el alma. Esto es falso, pensar esto le agrada al diablo. Asegurarlo es una mentira.
Nuestra tarea es vivir y recorrer el sendero de la verdad, no el de la mentira. Solamente así nuestra vida será digna.