Roberto Uribe

Roberto Uribe, una historia de inclusión sin límites

12 agosto, 2020

Por: Joselin Pérez González

Fotografía: Roberto Uribe Noya

Roberto Uribe

Su primera cirugía fue a los 8 meses de edad. Las otras 12 se distribuyeron a lo largo de sus primeros 13 años de vida. Nació con una malformación congénita que provoca que su pierna izquierda sea más larga que la derecha, discapacidad que trataron de corregir hasta su adolescencia con operaciones… sin mucho éxito.

Su nombre es Roberto Uribe Noya, nació en la Ciudad de México en 1963 y es médico. En aquélla época, aún no existía la tecnología a la que ahora se tiene acceso, por lo que los ultrasonidos no previnieron a su madre de que el tercero de sus cuatro hijos sería todo un reto. Lo supo hasta que dio a luz.

En entrevista para Somos Hermanos, Uribe mencionó que siempre ha sido tratado como “uno más” entre los suyos y gracias a ello forjó la elevada autoestima que hasta hoy posee; por ello, desde niño tuvo claro que su diferencia física, como él le llama, no es un impedimento para conseguir sus sueños.

Las calles de la colonia Portales lo vieron crecer jugando futbol con sus amigos y sus tres hermanos, quienes lo incluían en sus equipos, aunque no pudiera correr como ellos. Su infancia fue casi como la de cualquier niño… con la diferencia de que vivir por meses en un hospital era parte de su cotidianeidad.

Las operaciones eran repentinas. “No había preparación” psicológica previa para lo que enfrentaría. Solo se les avisaba a sus padres la fecha de la cita a la que tenían que acudir. El fin de las intervenciones era propiciar que sus piernas fueran igual de largas… pero eso nunca se logró, pues, hoy día, a sus 57 años, sus extremidades difieren entre 30 y 40 centímetros.

Recordó que estuvo entre la vida y la muerte tras una cirugía, cuando una fuerte bacteria infectó una de sus heridas. En ese entonces tenía alrededor de 9 años, y pudo perder la pierna… o la vida. Afortunadamente, ganó la batalla…pero las incisiones, que lo encerraban en un hospital hasta 90 días, continuaron pese a este doloroso episodio. Roberto Uribe

El doctor dijo creer que su madre siguió accediendo a que volviera a ser operado porque “los padres nunca pierden la esperanza de mejora” en sus hijos y quieren que vivan en las mejores condiciones.

Pero un día el experto en medicina gritó “basta”. Estaba tan cansado que no quería más. Tenía 13 veranos cuando tomó una de las decisiones más importantes de su vida. Tras su décima tercera intervención quirúrgica, no quiso más. Renunció.

Destacó que los papás deben entender “que no todo va a mejorar al 100%, también tenemos que darle una oportunidad a la persona (con discapacidad) para que se desarrolle. También creo que tiene que haber ciertos límites para las personas, no podemos decir todo el tiempo que va a mejorar, llega un momento que la propia personita debe decir ‘hasta aquí’ porque hay muchas personas, muchos papás que continúan con terapias y terapias y eso también cansa, los papás tienen que reflexionar que no todo en la vida es rehabilitación y terapia.

Lo que nosotros decimos como profesionales, sobre todo con los niños, es que tienen que ir a la escuela, sí está bien que les den su rehabilitación, pero también tienen que vivir“.

Aseguró que la escuela siempre fue su prioridad. Aún internado, cumplía con sus tareas, las cuales su madre pedía todos los días y las entregaba terminadas a los profesores cada semana. Uribe siempre tuvo talento para los estudios y supo que la educación es primordial para construir un futuro exitoso.

En sus primeros años en el mundo, el especialista usaba un zapato con plataforma que equilibraba la longitud de las extremidades que lo mantienen de pie. Utilizar este calzado le trajo burlas y miradas lascivas de extraños. Las primeras veces que fue víctima de estas groserías, su mamá se enfureció con los victimarios, mientras que él se sintió triste. Sin embargo, estas acciones de parte de gente desconocida se volvieron comunes y cada día les importaron menos.

Luego de su última intervención quirúrgica, tuvo que dejar de utilizar el zapato ortopédico porque el tacón de éste debía ser más alto cada vez, y el doctor corría el riesgo de fracturarse un hueso porque ya no tenía el equilibrio necesario. Fue entonces cuando comenzó a utilizar una prótesis que cuesta alrededor de 140 mil pesos y que debe cambiar cada 5 años, más o menos.

Sobre la autoestima en las personas con discapacidad

Roberto Uribe Noya destacó que la construcción del amor propio en las personas con discapacidad podría parecer sencillo, no obstante, aunque las diferencias ya son más comunes socialmente, sigue siendo difícil sentirse distinto a los demás.

Roberto Uribe“Al momento de enfrentarse a la sociedad las cosas cambian queramos o no, aunque se diga hoy por hoy que ya es mucho más aceptado (tener discapacidad); sí, claro, ya se conoce más la discapacidad, ya se habla más de cerquita de la discapacidad, ya sale en la televisión, pero de eso a vivirlo en primera persona es un tema diferente, hay muchos retos que se tienen que enfrentar”, declaró.

Llamó a las personas con discapacidad a aceptar que las “diferencias físicas siempre van a estar ahí queramos o no queramos porque somos personas diferentes. Así como unos tienen el pelo negro, el pelo rubio, los ojos verdes o los ojos azules, a algunas personas nos toca estar en una condición de vida de una discapacidad, entonces tú tienes que aceptar que al fin de cuentas sí hay una disminución de la función de la parte física, pero esa disminución no quiere decir que no te puedas incluir, que no puedas tener una buena realidad social, recreativa (y) escolar, pero de que están presentes las disminuciones de las capacidades físicas, estás presentes, esas no las puedes olvidar, ahí están, el cómo las abordes es otro caso. Al fin de cuentas superas y aceptas esas disminuciones físicas, (pero) no las puedes ocultar, por más que digan ‘no, yo no tengo nada’ perdón, sí lo tienes, quieras o no quieras”.

Y continuó: “las habilidades con una discapacidad nunca las adquieres, hay ciertas diferencias funcionales que desarrollas, pero no como una persona físicamente apta porque siempre vas a tener una desventaja física, aunque las puedes superar de diferentes formas, la diferencia física ahí está”.

Comentó que en México la inclusión de los niños con limitaciones físicas todavía es un reto, pues siguen siendo estigmatizados y no les ofrecen la atención debida en las escuelas.

Recomendó a las familias tratar a las personas con discapacidad de la misma forma que a los demás de sus miembros, pues así se sentirán capaces y en igualdad de derechos. Asimismo, pidió proporcionarles lo necesario para que superen sus retos… como cualquier otro individuo.

De vuelta a la historia 

El médico también es atleta paralímpico. En su haber ha conseguido más de 250 medallas y un tercer lugar en basquetbol en los Juegos Panamericanos de 1986.

Su carrera deportiva inició a los 17 años, cuando acababa de ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Uno de sus hermanos le informó que en la Alberca Olímpica de Ciudad Universitaria podía tomar clases de natación. Entonces Uribe se inscribió y comenzó a practicar dicho deporte. Luego de ello, tuvo la oportunidad de incursionar en el atletismo y en el básquet; éste último es su favorito y lo juega hasta la fecha.

Después de estudiar medicina general, realizó una especialidad en rehabilitación, otra en rehabilitación pediátrica y una más en columna vertebral. 

Cuando por fin concluyó su época estudiantil, comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Ortopedia como jefe de servicio de la unidad de columna vertebral, donde sus principales pacientes eran personas parapléjicas.

Brindó sus servicios a dicha institución durante 9 años. Renunció cuando un amigo cercano lo recomendó para trabajar en Teletón I.A.P, organización en la que sigue creyendo. 

Su carrera en la famosa organización civil comenzó en 1999, inaugurando el Centro de Rehabilitación e Inclusión infantil Teletón (CRIT) Estado de México, lugar en el que laboró 2 años. Luego, partió a Oaxaca como director médico para aperturar el CRIT de esa entidad; ahí permaneció 7 años. Después, abrió la clínica de Nezahualcóyotl, en donde fungió como director general alrededor de 4 años. Finalmente, regresó a dirigir el CRIT Edomex durante 10 años.

Sostuvo que en la I.A.P existe un “equipo profesional multi e interdisciplinario” que trabaja para lograr la inclusión social de los niños con discapacidad en materia educativa y laboral “con la finalidad de mejorar las condiciones de la persona” que requiere el apoyo.

Pero todo inicio tiene un final… y el suyo llegó hace tres semanas, cuando fue despedido de la organización porque “necesitaban de otro liderazgo”.

Sin embargo, el médico rehabilitador continúa con su vida laboral, personal y deportiva: sigue dando consultas privadas, tal como lo ha hecho desde hace ya muchos años; recorre 13 kilómetros diarios sobre una bicicleta especial para su discapacidad y juega basquetbol en el equipo de la Alcaldía Coyoacán; en suma, disfruta de su esposa y sus dos hijas.

El egresado de la UNAM se calificó como una persona “integral” en su profesión, ya que tiene los conocimientos y la trayectoria para dar atención oportuna a personas con discapacidad, con quienes empatiza porque él vive con una. De esta forma, puede unir su experiencia personal con la laboral y brindar un mejor diagnóstico a sus pacientes.

Indicó que muchas personas le han recomendado hacer su propia organización civil, sin embargo, considera que es un paso difícil ante un gobierno que le tiene recelo al tercer sector. No obstante, no es una opción descartada y podría lanzarse como líder de su propia fundación en el futuro.