El suicidio de los estudiantes
Por: Adriana García Ruiz
Fotografía: Derechos reservados
Se ha comentado mucho en redes sociales sobre el suicidio de una estudiante del ITAM. Los universitarios aseguran que las presiones, faltas de atención, exigencias, malos tratos de algunos de los profesores, y tareas que llenan todas sus tardes y fines de semanas, son las causas de esta tragedia, ya que con todo ello llegan a un estrés casi incontrolable y sufren ataques de ansiedad.
Yo aprovecharía para hacer un llamado de atención a todas las instituciones educativas, desde jardines de niños, y hasta universidades.
En mi libro “Desde la raíz orientación familiar hacia la vida plena”, Editorial Minos III MILENIO, en el capítulo V, Pag. 129, con el título: “¿En la familia qué y en la escuela qué?”, advierto la gran corresponsabilidad que tienen las instituciones educativas y los padres de familia, en cuanto al aumento de casos de estrés, actitudes neuróticas, depresión, gastritis, colitis, dermatitis, y más patologías, que presentan los estudiantes en todos los niveles académicos, debido a sentimientos de frustración, incapacidad, incomprensión, tensión y nerviosismo.
Hablo de corresponsabilidad, ya que los padres de familia exigen a sus hijos la excelencia académica, y si esto no se logra se ponen castigos severos, fuera de toda lógica; sobre todo a nivel primaria y secundaria, los padres de familia exigen un 10 de calificación sin apoyo alguno en la debilidad o carencia académica que presenten sus hijos, aunado a situaciones graves de disfunción familiar, matrimonios en guerra, separaciones, divorcio, padres y madres de familia que, a causa del trabajo, están fuera de su hogar hasta 12 horas, hijos en abandono absoluto, falta de transmisión de valores por ausencia, mal ejemplo, y compensaciones cuando los llenan de cosas materiales, cumplen caprichos sin ton ni son, y generan en ellos un falso sentimiento de merecimiento y baja tolerancia a la frustración.
Dañinas y terribles comparaciones entre un hijo y otro
Miden el valor de sus hijos, por sus éxitos académicos -tremendo error. Un hijo vale en sí mismo, y por sí mismo; muchos padres de familia dicen con tanta facilidad palabras altisonantes, críticas, hacen juicios dolorosos, sin importarles las consecuencias y secuelas psicológicas y emocionales que dejan en sus hijos.
Por otro lado, los profesores y académicos, carentes de preparación pedagógica, intolerantes, poco empáticos, prepotentes, autoritarios, o por el contrario ausentes, indiferentes, sin preparación, sin ningún interés para con sus alumnos, someten a exámenes con contenidos inexistentes en el día a día. Profesores con un fuerte estrés, debido a sus propias problemáticas familiares, con actitudes incoherentes, exigen respeto y no lo dan, atención y no la brindan, exigen valores ausentes en su persona.
Profesores y académicos de igual modo presentan colitis, gastritis, neurosis, depresión y estrés debido a las altas exigencias institucionales, y los bajos salarios obtenidos por su desempeño y trabajo.
Profesores autoritarios exigentes y profesores “barco”, ambos generan incapacidad en sus educandos. Unos exigen más de lo que los educandos pueden asimilar y desarrollar positivamente, y otros les regalan calificaciones, van a calentar la banca y no transmiten ni un aprendizaje ni intelectual ni de formación en virtudes y valores; los dos extremos provocan la tan dañina indefensión aprendida.
Hago mención de la competencia inútil que existe entre las instituciones que con el pretexto de ser las mejores atiborran de exceso de conocimientos inútiles a los educandos. Quieren y pretenden ser la mejor escuela e inventan una serie de materias, de alto nivel académico que queda fuera del nivel de madurez y construcción intelectual de los educandos, ocasionando constante frustración en los niños, adolescentes, jóvenes y universitarios.
Ambas partes generan en ellos sentimiento de indefensión aprendida, en pocas palabras sentimientos de incapacidad, que los llevan a depresiones que terminan en suicidio.
Creo que es tiempo de reflexionar y tomar cartas en el asunto.
Hago una invitación a los padres de familia, profesores, académicos, instituciones educativas a hacer una pausa en sus vidas para que reflexiones sobre sus debilidades, tomen en serio las graves consecuencias de lo antes mencionado, y busquen soluciones y estrategias de cambio, para ser verdaderos educadores, y conseguir en los niños sentimientos adecuados de autovaloración, de capacidad, de entusiasmo por la vida, de deseo genuino de crecimiento, éxito y desarrollo profesional y personal.
Ojalá que padres de familia y profesores generen en los educandos deseo de servicio, amor, ayuda, unión y éxito; que promuevan el desarrollo de un plan de vida que incluya la verdadera vivencia de los valores, que los educandos puedan comprender y asimilar la importancia de no perder de vista la gran satisfacción que da el desarrollo de todas sus capacidades personales, de sus valores, objetivos y metas en la vida; que lleguen a sentir el deseo de vivir, de ser felices y amar.
Es una gran tarea, y es una misión de amor, de paz y felicidad.